Opinión

Sin árbitros, aquí no hay fútbol

La peligrosa dinámica de declarar la guerra contra los colegiados

Hace tan sólo quince días presencié un partido oficial de alevines en Madrid. Al finalizar el encuentro, los componentes de uno de ellos, que pertenecen a una entidad que tiene una gran cantera en la capital de España, salieron llorando. Pese a tener solo once años ya culparon al árbitro del empate. Pude reunirlos y hablar con ellos unos minutos ante tanta lágrima. Tan sólo les dije que el árbitro, un chico joven que había dirigido el partido, lo había hecho lo mejor que sabe. Además, que ellos eran veintidós futbolistas y él sólo un árbitro, y que si ese joven árbitro y otros como él decidían irse a su casa y no volver a pitar más, se terminaba el fútbol para ellos. Nunca olvidaré la cara de los chicos al escuchar esa frase. La entendieron perfectamente.

No quise preguntarles qué partidos habían visto por televisión últimamente. Me di cuenta de que en el partido se agarraban unos a otros de la cintura y de la camiseta forma descarada cuando se lanzaban los córners, que le protestaban muchas de sus decisiones al joven árbitro y que golpeaban a los rivales, los dos equipos, con las manos en la cara, algo que está de moda ahora en nuestro fútbol y que hace diez años jamás se veía en ningún campo español.

He visto cientos de partidos en mi vida profesional. Un famoso director llamado Pedro J. Ramírez me mandó, entre otras muchas cosas, a hacer los partidos del Real Madrid, luego los del Atlético y del Barcelona y después, por ser asturiano, los del Sporting de Gijón y Real Oviedo, entre otros. Muy pocas veces los árbitros, con los que siempre mantuve una gran amistad, empezando por el gran Emilio Guruceta Muro, vivieron momentos como los que están padeciendo ahora los árbitros españoles de Primera y Segunda División. Desde entonces hasta ahora el fútbol ha cambiado, pero únicamente en un par de ocasiones la huelga amenazó al deporte rey. Hoy se vuelve a hablar de paro.

Por desgracia, según mi opinión, en este momento el fútbol está en mano de un mal llamado VAR que lo único que ha traído es desequilibrio y excusa para todos los que pierden. Si se gana, el VAR y el árbitro lo han hecho bien, pero si se pierde recurren al ataque personal al que está solo en el campo y también a los que ahora utilizan el VAR para ser más perfectos, sin darse cuenta de que en el fútbol profesional la perfección no existe. Si fuera así, las grandes estrellas no fallarían nunca nada al golpear el balón con la intención de superar a la defensa y al portero e introducirlo en la portería. Se entrenan, vuelven a entrenarse y siguen haciéndolo mal, fallando penaltis como toda la vida. Incluso actúan de forma teatral cuando pierden el balón o se les escapa, sin darse cuenta de que todo se ve en las muchas repeticiones que se ofrecen, si el realizado de televisión quiere.

El sábado pasado la figura del árbitro español recibió un golpe muy duro o durísimo por culpa de una falta clara, sí, una, que los árbitros en el campo del Espanyol no sancionaron correctamente. Por primera vez -y no creo estar equivocado- un rotativo deportivo ("Marca") sacó ayer una carta inmensa dedicada a la Federación y a los árbitros en su portada para decir muchas cosas contra los "trencillas" españoles como: "Lo sucedido en el RCDE Stadium representa la culminación de un sistema arbitral completamente desacreditado…". Carta muy amplia escrita desde el Real Madrid por su enfado.

El drama, por lo tanto, está sembrado. La polémica también. Las discusiones han pasado al primer plano. Varios clubes de fútbol españoles están metidos en una guerra de la que otros pasan olímpicamente. Todos los medios de comunicación deportivos tienen tema para poder debatir y muchos periodistas lo hacen con mucha lógica y corrección. Pero el ambiente está muy mal ahora mismo. Lo malo es que el estadio Santiago Bernabéu se llenará a las nueve de la noche del sábado con un gran Real Madrid-Atlético de Madrid, con ochenta mil aficionados en las gradas y miles y miles de personas viéndolo también por televisión.

Eso sí, junto a las estrellas, junto a los veintidós jugadores que salten al campo, con el balón en la mano saldrá sólo un deportista (árbitro profesional de Primera División) para dirigir el encuentro y que lleva toda su vida pitando partidos de fútbol en todas las categorías. Será uno y le ayudarán sus asistentes, que también llevan toda su vida en el arbitraje. También estará "el equipo humano" que desde el VAR le completará la información de las jugadas confusas o dramáticas, pero esta vez de un Madrid-Atlético muy especial por todo lo que está pasando. Será un árbitro, un deportista, un ser humano idéntico y mayor que el que pita en otras categorías inferiores, pero que ha logrado con su esfuerzo, entrega, sacrificio y profesionalidad llegar a lo más alto del fútbol mundial.

Resumiendo: si no hay árbitros no hay fútbol, ni nada por el estilo. Si se para el fútbol, desaparecen los millones. Esa es la realidad de un deporte que tiene un grave problema. Si en vez de dialogar se establece una guerra, el paro hará muchísimo daño. Esto lo saben todos.

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