Opinión | EN TERRITORIO COMANCHE
La opinión sobre el Oviedo y el Sporting: El camino hacia la felicidad

EN IMÁGENES: Presentación de Javi Calleja como entrenador del Real Oviedo / Luisma Murias / LNE
Los viernes acostumbra tocar baño y masaje. Salvo susto, sorpresa o "muete", lo que suele tener algo de chicha son las comparecencias de los entrenadores, aunque hagan más de ochenta ruedas de prensa en nueve meses. Ye lo que hay en este mundo del "fúrgol" que unos y otros han convertido en John Travolta en aquella película en la que vivía aislado dentro de una burbuja para evitar que enfermara. Así que los viernes suelen ser los días en los que se analiza cada sujeto, verbo y predicado que nos dejan los místeres. Y en ambas orillas del Potomac no podría ser menos. En la ribera azul, se nota que Calleja anda mosca con las exigencias de la tropa más allá de la clasificación. Por mucho que digan que no, los protagonistas del espectáculo lo leen y lo escuchan todo (o casi). Mejor que así sea, ya que se corre el peligro de las lecturas realizadas por terceros y terceras, amiguinas y amiguinos de colmillo retorcido, que generalmente viven intramuros, para intoxicar el asunto.
Así que todo indica que Calleja está sorprendido de que la muchachada azul, además de ganar, le exija hacerlo jugando bien. El mantra de que el Oviedo de Pachuca tiene una de las mejores plantillas de Segunda ha calado en las cabecitas, y en el Oviedín quieren más y más. Incluso hay quien se pregunta qué hubiera hecho Luis Carrión con esta plantilla. El extécnico azul, el de la espantada en la puerta del Reconquista, sigue ahora la actualidad de los carbayones desde el sofá de su casa, así que mejor sería abrazar la causa de los que están y la de los que se fueron y así no perder de vista el camino de la felicidad.
Mientras, en la orilla del Potomac que está a 28 kilómetros, Albés está a otro rollo, que no es otro que tratar de recuperar el ánimo de los suyos ante la irregularidad en la que se ha instalado el Sporting. El objetivo del play-off se aleja y ya empieza a asumirse que va a ser imposible. El vigués pide ahora "ganar más que empatar" y buscar un "golpe de moral" en Valencia. El campo del Levante lleva siendo un imposible para los gijoneses desde aquellos tiempos en los que Aznar era el presidente. Veinticinco años sin catarlo y, encima, el partido a las dos de la tarde, horario que suele ser sinónimo de derrota para los de Mareo. Pero tendrán que intentarlo si quieren atisbar de nuevo el camino de la felicidad, ¿oyisti, güey?
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