Opinión | Fútbol es fútbol

Al poeta Horacio le gusta el fútbol

la sed y los vasos de oro. El partido de Copa entre el Barça de Flick y el Atlético de Madrid del hombre del chándal (personalmente, prefiero mil veces que los entrenadores lleven chándal a que vistan con traje y corbata) fue divertido, emocionante y alegre, y también un compendio de frases del poeta Horacio: "Nil desperandum" (no desesperes), "carpe diem" (coge el día, es decir, aprovecha el presente), "dulce et decorum est pro patria mori" (es dulce y honorable morir por la patria). Exacto. No desesperes si en un pispás vas perdiendo 0-2 en casa, y tampoco desesperes si el equipo rival remonta y marca cuatro goles seguidos. Aprovecha el presente porque el tiempo es fugaz y la alegría de arrasar al rival en seis minutos puede convertirse en tristeza tras ser arrasado por ese mismo rival en un minuto. Es dulce y honorable salir del terreno de juego tan agotados como Pedri y Raphinha después de haberlo dado todo por el equipo. Pero en el partido de vuelta en el Estadio Metropolitano, creo que Atlético de Madrid y Barça firmarían otra sentencia de Horacio: "¿Cuándo la sed te quema el gaznate, buscas un vaso de oro?".

Ya sé que, como dice la historiadora y periodista Catherine Nixey, no es probable que esta frase sea inmortalizada en un imán para la puerta del frigorífico, pero recoge bien lo que pensarán colchoneros y culés en un partido a vida o muerte: cuando aprieta la sed para clasificarse para una final de Copa, nadie busca jugar un partido divertido, emocionante y alegre, sino ganar. Creo que no veremos un partido de vuelta en vaso de oro. ¿Y qué? No desesperemos, porque nos esperan partidos de Liga de Campeones en vaso de oro. Aprovechemos el presente de un maravilloso partido de la semifinal de Copa entre Barça y Atlético. Es dulce y honorable morir en el último minuto de un partido después de ver jugar a Pedri.

Más allá del rodaballo, el pavo y la angula. ¿Si el hambre aprieta, desdeñas todo alimento, a no ser el rodaballo y el pavo? Es otra pregunta que nos plantea Horacio. ¿Si el hambre de fútbol aprieta, desdeñamos todos los partidos que no sean el rodaballo de las semifinales de Copa o los inminentes pavos de los partidos de octavos de final de la Liga de Campeones? ¿Si el hambre aprieta, no aceptamos otra opción que no sea darnos un banquete en el Festival Gastronómico de la Angula que se celebra en Soto del Barco? No solo de rodaballo, pavo y angula vive el futbolero. El partido Real Valladolid-Las Palmas no se presentaba como si fuera un sabroso pavo al horno, y el partido Girona-Celta parecía muy lejos de un riquísimo rodaballo a la gallega; pero los dos partidos terminaron en un banquete de goles legales, goles anulados, emoción, intensidad y buen juego. ¿Quién puede dudar de que el gol de Ratiu al Sevilla y el de Lukebakio al Rayo Vallecano son indistinguibles de una delicada cazuela de angulas?Un Miguel Ángel de incógnito. La pálida muerte lo mismo llama a las cabañas de los humildes que a las torres de los reyes. Parece que Horacio insiste en hablarnos de fútbol. La pálida derrota llamó a la torre del Real Madrid, que perdió con el Real Betis Balompié porque el equipo del gran Isco se negó a aceptar su papel de humilde cabaña. Del mismo modo que hubo muchos cristianismos, pero la mayoría no llegaron a adquirir el poder y el dinero que permitieron al cristianismo triunfante construir la Capilla Sixtina y encargar a genios como Miguel Ángel que la decoraran, hay muchos equipos de fútbol que no pueden contratar a Miguel Ángel, a Dante o a Milton. El Real Betis o el Athletic Club son dos de esos equipos. El Real Betis no tiene a Mbappé, pero tiene a Isco, un Miguel Ángel de incógnito. El Athletic Club no tiene a Griezmann, pero sí a Iñaki Williams, que es un Dante sin un buen editor. La pálida muerte (o los postes, como el caso del Athletic en el Metropolitano) casi siempre termina llamando a las cabañas de los mismos, de forma que ni Real Betis ni Athletic Club ni, por supuesto, el Real Valladolid o el Real Club Celta de Vigo ganarán la Liga. Pero qué hermoso es el fútbol cuando las torres de los reyes caen ante las cabañas en las que viven los peones del campeonato.

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