Opinión

Cote es el Sporting

José Ángel representa los valores más puros

Cote, durante la rueda de prensa en la que anunció su retirada.

Cote, durante la rueda de prensa en la que anunció su retirada. / Marcos León

Las lágrimas desconsoladas de Cote tras despedirse del Sporting son en realidad el llanto de una afición y de una ciudad que sabe que no solamente se queda sin un enorme futbolista; también pierden al ídolo.

En un deporte de narcisistas, destacó por su naturalidad, cercanía y bonhomía. Cote cuelgas las botas con el orgullo de quien ha completado una carrera de Champions. Pero, sobre todo, con la tranquilidad de saber que jamás se ha traicionado a sí mismo. Esa es su gran victoria. Se mantuvo fiel a sus principios hasta un final precipitado por quien siempre se ha regido por los avatares de su corazón. Su manera de decir adiós, con un acto discreto, casi improvisado, nada pomposo, no hace más que agrandar la figura de un gijonés orgulloso de sus raíces, que siempre ha huido del primer plano. Le incomodaba ser noticia tanto o más que subirse a un avión.

A Cote le daba vergüenza celebrar un gol, con tal de pasar desapercibido; él siempre prefirió dar la asistencia. Su emoción tras marcar -y ganar- el derbi ante el Oviedo en El Molinón reconocen la grandeza de uno de los jugadores más importantes de la era moderna del Sporting. Su legado es más importante que sus hazañas.

José Ángel representa los valores más puros de una ciudad singular, que late de forma distinta: criado en un barrio obrero como es el de Roces, al que siempre ha demostrado un gran arraigo, trabajador, consciente, humilde y a la vez exitoso. El club pierde parte de su escudo. Porque todos los que somos de Gijón sentimos que Cote es el Sporting. Hasta siempre, capitán.

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