Opinión | Fútbol es fútbol

Mesas kantianas, ocho segundos y el precio de las cabras

la mesa de kant. Supongo que Griezmann habrá lamentado mil y una veces haber dicho que ya comía en la misma mesa de Messi y Cristiano. Es cierto que Messi y Cristiano hace tiempo que comen en mesas separadas del fútbol de élite, pero también es verdad que en la mesa de Messi y de Cristiano no hubo, no hay y no habrá jamás sitio para Griezmann, un buen futbolista del montón. Inmanuel Kant, al que le gustaba tener invitados en casa para comer, decía que el número de comensales debía ser más que las Gracias y menos que las Musas, es decir, más de tres y menos de nueve. Podemos copiar esa idea porque con más de nueve grandes futbolistas sentados en la mesa se pierde perspectiva, y con menos de tres se pierde la posibilidad de invitar a algún defensa y al menos un portero. Como los futboleros somos así, ya estamos discutiendo si Brahim debería sentarse en la misma mesa de Rodri, Salah, Harry Kane o Mbappé. Creo que no. Para comer con los grandes hace falta algo más que marcar un gol importante en un partido de ida de octavos de final de la Liga de Campeones. Julián Álvarez podría tener sitio en esa mesa al menos a la hora del postre, porque el delantero argentino es uno de esos tipos capaces de hacer un gol a partir de la absoluta nada. No hay muchos delanteros así. Nada por aquí, nada por allá y… ¡hop! ¡Gol! Así que podemos sentar a Julián Álvarez a los postres e invitar a Odegaard y a Pedri a tomar el café. Los chupitos, con Mapi León y Courtois.

El córner como premio. Tenemos una nueva regla que, como casi siempre, apunta a los porteros. Si un portero retiene el balón durante más de ocho segundos, el árbitro señalará córner a favor del equipo rival. Ocho segundos. Tiempo suficiente para que el portero se tire al suelo con la pelota, se levante con calma y otee el horizonte en busca de un amigo a quien pasar la pelota. Tiempo suficiente para dar gracias al Señor por no haber fallado, para pulsar la reacción de los espectadores a su parada, para echar una mirada al banquillo en busca de una señal del entrenador, para dar una palmadita cómplice a su defensa más cercano y hasta para recolocarse los guantes. De acuerdo. Pero… ¿y ese córner que castiga al equipo del portero que sobrepasa los ocho segundos con el balón en sus manos?

Como dice Michael J. Sandel, las reglas de los deportes no son arbitrarias y todas tienen un verdadero objeto o razón de ser, y son concebidas para que se luzcan ciertas habilidades y talentos. Todo entendemos el motivo de la regla de los ocho segundos porque en fútbol no hay nada más desquiciante que un portero perdiendo tiempo, pero nos cuesta un poco más encontrar el sentido del córner como castigo. Se perderá más tiempo porque los futbolistas del equipo que gana un córner, que ya esperaban el saque del portero, tienen que regresar y colocarse en posición de remate. Y como el arte de los saques de esquina bien lanzados y mejor rematados no solo se está perdiendo, sino que muchas veces el córner se convierte en "gilicórner" (ese córner que se saca en corto en lugar de centrar directamente al área), resulta que el córner en contra se puede convertir más en un premio que un castigo. No me extrañaría que el portero de un equipo que va ganando 1-0 en el descuento incumpla la regla y retenga el balón nueve segundos precisamente para perder tiempo y para que el córner en contra (o el gilicórner) termine en nada.

Libretas y cuchicheos. Las libretas de los entrenadores nos fascinan desde Van Gaal, y los cuchicheos entre un entrenador y sus futbolistas con las manos delante de la boca para que los aficionados no nos enteremos de lo que dicen nos parecen de lo más misteriosos. No sé yo. La escritura de las tablillas cuneiformes a base de pequeños triángulos es muy intrigante hasta que alguien la descifra y resulta que, casi siempre, esas tablillas contienen información sobre impuestos, granos o cabras. Me temo que las libretas de los entrenadores y las confidencias en el área técnica son la escritura cuneiforme del fútbol. Los apuntes de Van Gaal o de Mourinho a base de flechitas y líneas se refieren a impuestos y granos, y las misteriosas palabras que se esconden detrás de las manos no son más que un recuento de cabras. Fulanito ataca cuando no debe dejando a su espalda un desierto, menganito necesita demasiados toques antes de pasar el puñetero balón, espabila, haz un último esfuerzo, pierde un poco de tiempo, da un patadón y no te líes, joder. Cosas así. Es cierto que de vez en cuando encontramos en unas tablillas de barro "La epopeya de Gilgamesh" y alucinamos con el relato del diluvio, pero lo habitual son los impuestos, los granos y las cabras. El día que se hagan públicas las libretas de los entrenadores y se prohiba hablar en el área técnica poniendo la mano delante de la boca nos enteraremos de lo que vale una cabra.

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