Opinión | EN TERRITORIO COMANCHE

La opinión sobre el Oviedo y el Sporting: Quererse o ser el amu

Quique Setién y Eder Sarabia

Quique Setién y Eder Sarabia / EFE

Con medio mundo paralizado por lo del penalti anulado al Atlético de Madrid ante los de casi siempre (un día son blancos, otro día azulgranas), la vida en la madreñina "furgolística" sigue a su ritmo. Para unos será un ritmo caribeño, para otros un ritmo estajanovista. Ya saben, amiguinas y amiguinos, cada cual con sus gustos y el color del cristal que le ha tocado o ha elegido. La primera preocupación pasa por la visita al Carlos Tartiere del Elche. Que nadie se lo pierda y traten de conseguir una entrada por todos los medios posibles. Llega nada más y nada menos que el equipo de Eder Sarabia, aquel ayudante de Quique Setién al que Messi ninguneaba. El propio técnico se ha puesto ahora una etiqueta de marca premium tras asegurar días atrás que el Elche es "una referencia a nivel mundial en la manera de jugar al fútbol". ¡Tomaaaaaa, Moreno! Así que dejen lo que estén haciendo y vayan preparándose para un espectáculo sideral, una conjunción interplanetaria que solo se produce cada equis siglos.

Pero antes, y bajando al ras, donde todavía hay personas que no caminan elevadas dos palmos sobre el suelo y aún necesitan usar zapatos, habrá fiesta previa. Se inaugurará el palco en honor a Santi Cazorla aprovechando que Jesús Martínez sigue de visita por sus dominios azules. No suelen sentar bien este tipo de saraos en los instantes previos a partidos tan importantes, pero nunca se sabe lo que puede pasar entre la mejor plantilla de Segunda y un equipo referencia a nivel mundial. Un triunfo acercaría un poco más al Oviedo al objetivo. Un mal resultado abriría la caja de los truenos, de las dudas y del "ya lo dije yo".

Mientras, en la otra orilla del Potomac ya se hacen cuentas sobre cuándo se comenzará a saber algo sobre la planificación de la próxima temporada en Segunda. Y ya van unas cuantas. Mejor no contarlas para no caer en la melancolía. Tan malo es venirse abajo por encadenar jornadas y jornadas sin ganar, como apretar hasta el fondo y más allá el acelerador de la autoestima. Una cosa ye querese, y otra bien distinta creerse el putu amu, ¿oyisti, güey? n

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