Opinión

Ni todo está perdido, ni este equipo va a rendirse

Sobre el camino a seguir del Oviedo

Entiendo el malestar. Entiendo la frustración de ver cómo, en un momento clave de la temporada, el equipo solo ha podido sumar un punto de los últimos nueve. Y entiendo también que la ilusión que generamos hace apenas unas semanas, cuando nos asomábamos con fuerza a la lucha por el ascenso directo, hoy se vea empañada por el miedo a descolgarnos.

Pero esto es fútbol. Y más aún, esto es Segunda División, donde nada es lo que parece y donde todo puede cambiar en cuestión de días. A estas alturas de campeonato, si algo he aprendido en los últimos años es que este deporte es caprichoso, imprevisible y, por eso mismo, maravilloso.

El Real Oviedo ha demostrado tener plantilla, carácter y compromiso para competir con cualquiera. Sí, hemos tropezado, pero no hemos caído. Seguimos vivos, seguimos en la pelea, y si algo nos sobra a los oviedistas es orgullo, valor y garra.

La Segunda División no perdona, pero tampoco regala nada. Hay que pelear cada punto, cada partido, como si fuera una final. Y en ese camino, la afición es más importante que nunca. Este equipo necesita sentir a su gente detrás, animando, empujando, creyendo. Porque si algo me ha enseñado la historia reciente es que cuando el Tartiere aprieta, el Oviedo responde.

No voy a negar la realidad: el ascenso directo se complica, sí, pero no está ni mucho menos decidido. Quedan jornadas, quedan duelos directos, y sobre todo queda el espíritu de un equipo que ha trabajado mucho para llegar hasta aquí y no va a dejar escapar esta oportunidad sin luchar hasta el final.

Así que miremos hacia adelante. Con ambición. Con cabeza. Con el corazón azul lleno de esperanza. Porque cuando el camino se pone difícil, es cuando más orgullo oviedista debemos sacar.

Todavía queda historia por escribir.

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