Opinión

Un Oviedo-Zamora con Kenny Atkinson en el retrovisor

El recién nombrado entrenador del año en la NBA jugó en el conjunto zamorano y protagonizó un sorprendente viaje a EE UU que aún se recuerda en tierras castellanas

La vista este viernes del Baloncesto Zamora a Pumarín en el último partido de la temporada da pie a recordar viejas anécdotas de lejanos enfrentamientos entre el cuadro zamorano y el viejo Vetusta en los finales de los ochenta y primeros noventa pero sobre todo merece la pena contar que el recién nombrado entrenador del año en la NBA, Kenny Atkinson, jugó unos meses en el conjunto castellano y fue protagonista de un acontecimiento que en la ciudad del Duero aún recuerdan los viejos aficionados al baloncesto: el desplazamiento de la plantilla a Nueva York a disputar dos encuentros con equipos de las universidades de Southampton y Stony Brook, en 1995.

Lo cuento tal como recuerdo que hace años me lo contó Félix Rodríguez, conocido psicólogo zamorano, gran aficionado al flamenco y por aquel entonces presidente del club de baloncesto local, patrocinado entonces por la Denominación de Origen Vino de Toro. Entrenaba al equipo Fernando Merchante, que debutó después en los banquillos de la ACB al frente del C. B. Salamanca, la exótica y efímera aventura baloncestística del constructor Mariano Rodríguez.

Atkinson, que había venido a España a jugar en el Canoe, llegó a Zamora para sustituir a Jordi Millera, al que acababa de fichar el TAU Vitoria. Nacido en Brooklin, se adaptó pronto a la vida española, hasta el punto de contraer matrimonio con una sevillana. A Merchante se le ocurrió ese año intentar una gira por EE UU pero el club no disponía de posibles. El gerente, Gerardo Hernández de Luz, palabras mayores del baloncesto zamorano y padre del actual entrenador del equipo, Saulo Hernández, le dijo que podría aportar una pequeña ayuda, pero que si querían viajar a la meca del baloncesto debían costearse ellos mismos el viaje.

Dicho y hecho, los jugadores organizaron rifas, vendieron camisetas y la Denominación de Origen vitivinícola realizó una edición especial de tres mil botellas, con la imagen del equipo en la etiqueta, para que las vendieran y obtuvieran un dinerillo. Sumando de un lado y de otro, lo recaudado daba para los billetes de avión, pero no para financiar el alojamiento. Entonces Atkinson, actual entrenador de Cleveland Cavaliers, ofreció a sus compañeros de plantilla la casa de sus padres en Nueva York. Y en esa vivienda residió la expedición zamorana durante los ocho días que duró la impensable experiencia de la que quedan fotos en alguna hemeroteca, con los jugadores posando de corto junto a la Estatua de la Libertad o a las puertas del Empire State. Les dio tiempo incluso a asistir a un partido de la NBA entre los New Jersey Nets y los Milwaukee Bucks.

No fue fácil encontrar universidades a las que enfrentarse porque en aquella época la legislación deportiva universitaria era muy estricta en defensa del amateurismo y prohibía a los universitarios disputar partidos fuera de la temporada. Así que esos dos encuentros se celebraron a puerta cerrada, sin árbitros y sin marcador. Los americanos ganaron sendas pachangas, pero el Vino de Toro Zamora, con Atkinson a los mandos, dejó una buena imagen.

Oviedo y Zamora se enfrentan el viernes en Pumarín rememorando duelos legendarios de hace unas décadas, cuando en el conjunto castellano militaban jugadores de la talla del malogrado Ramón Ruiz, Toño Martín, Miguel Ángel Marcos, Chente o el ovetense Juan Bedia, que vistió la camiseta de ambos clubs, componiendo una poderosa pareja de interiores en Vetusta con Nacho Ballvé. Eran partidos de mucha tensión, con muchos palos.

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