Opinión

Pelayo Botas garcía-barrero

Resbalón, y a por todas

Sobre el empate del Oviedo en Santander

Jornada 39, pero parecía un partido clásico de play-off: dos equipos ordenados, intensos y, en ciertos momentos, atenazados por la importancia del encuentro. El equipo del invicto Paunovic abrió el campo por primera vez con dos extremos puros, Hassan y Sebas. Y cuando ambos equipos comenzaron a desperezarse, al Oviedo se le vio más cómodo sobre el césped.

Hassan, una vez más, fue un puñal en ataque (y muchas veces un déficit en defensa). Tiene esa facilidad para irse cuando quiere, y en una de esas llegadas dejó el balón atrás para Alemão. Este se resbaló al golpear de primeras; de no haber sido así, su disparo probablemente habría sido mejor que el que acabó ejecutando tras recuperar la vertical.

En el minuto 36 llegó el estallido de júbilo de los dos mil oviedistas que abarrotaban la esquina izquierda de El Sardinero: centro de don Santiago Cazorla y testarazo de Dani Calvo que recordó al gol de Cádiz de David Fernández (estoy yo con estos recuerdos sentimentales más a flor de piel que nunca… esperemos que sea una buena señal). Y así se llegó al descanso.

En la segunda parte, el Racing salió a dominar más el partido, consciente de que una derrota lo dejaba por detrás en la clasificación. Se hizo notar, pero el equipo azul estuvo muy seguro en todas las transiciones de los cántabros. Y cuando no era suficiente, ahí estaba Aarón para pararlo todo… o casi todo.

En un rebote tras un córner, el balón quedó suelto en la frontal para Mario García, que enganchó una bonita volea. El resbalón de Aarón facilitó el 1-1, que acabaría siendo definitivo. Aún hubo tiempo para dos grandes paradas del meta oviedista y para un golazo anulado a Fede Viñas por fuera de juego. Pero ambos equipos decidieron guardar el punto y arriesgaron poco.

Y así encara el Oviedo estos tres últimos partidos de liga: en quinto puesto, con el play-off casi asegurado, con un entrenador invicto que lo ha ganado todo en casa, y con dos partidos por disputar en el Tartiere y solo uno fuera. Yo me apunto al carro de los que creen en el 9 de 9 y en meterse en ascenso directo. Y si no, las sensaciones serán más que buenas para afrontarlo.

El único viaje será a un descendido Tenerife, y el último partido será frente a un Cádiz ya salvado. Hubiera elegido ese rival sin dudarlo. Pero, como siempre, día a día y partido a partido. En esta categoría, pensar más allá nunca fue un acierto.

El domingo, a las 16.15, frente a un histórico en apuros como el Zaragoza –que aún no tiene asegurada la permanencia–, el Tartiere tiene que ser, y lo va a ser como siempre, una olla a presión. Un fortín. Una afición que alentará desde el minuto uno en un partido que puede ser un paso más hacia el sueño.

Lo dicho: yo elijo creer. Y pobre del que no quiera…

¡Hala Oviedo! n

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