Opinión

Convicción ante todo

Cabezas altas. Nadie debe caer en la desilusión por no haber logrado una carambola como la que se planteaba ayer con un Dépor tan flojo como desconectado del campeonato. Encomendarse a la profesionalidad de terceros cuando el éxito no depende de uno mismo casi nunca suele surtir el efecto deseado, aunque a veces la esperanza sea lo último que se pierde. En el caso del Oviedo existe, además, una segunda oportunidad como bien se encargó de recalcar Cazorla al final del partido del Tartiere. La plantilla, con Paunović al frente, reclama de una afición entregada la confianza que el propio entrenador serbio, competitivo como pocos, parece que ha sabido inculcar a sus futbolistas. Peores o mejores, dependiendo del momento, se trata de un grupo que emite certidumbre y determinación. Y ese es el primer paso para seguir creyendo en él, teniendo en cuenta que los primeros que parecen dispuestos a creérselo son los propios jugadores.

Como cabría esperar, el Dépor no ganó porque perder era lo suyo en unas circunstancias así. En primer lugar, es peor equipo que el Elche como demuestra la clasificación. Únicamente por disipar cualquier sospecha de falta de profesionalidad no iba a ofrecer la imagen que no ofreció a lo largo de una temporada. En segundo, la relajación a estas alturas y con el pescado vendido influye en el ánimo bastante más que la simple honra de imponerse, tras un torneo anodino, a un rival que se lo juega todo y al que únicamente faltó hacerle un pasillo. Ya son ganas las de los aficionados deportivistas de ir a Riazor a ver algo con expectativas tan bajas, exclusivamente para silbar a los suyos y que los goles, cuatro nada menos, los canten los ilicitanos desplazados a Galicia.

En fin, los azules, de manera esforzada, como ha estado sucediendo en los últimos partidos, buscando gestionar las fuerzas de la menor manera posible para enfrentarse a la hora de la verdad, cumplieron con su deber y se impusieron al Cádiz, que sí tuvo arrestos profesionales hasta el último segundo con la jugada del discutido penalti, el resultado y el cruce de la eliminatoria pendiendo de un hilo. Al final, el adversario será el Almería de Luis Suárez, máximo goleador del campeonato. El Oviedo depende esta vez de sí mismo y de su acierto, y no de la profesionalidad de los demás. Las palabras de Santi Cazorla, mostrando convicción, son el mejor acicate para mantener viva la esperanza más real del ascenso.

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