Opinión

Pelayo Botas García-Barrero

El 21, alas en el Tartiere

Ante el choque de vuelta por el ascenso

En los primeros compases del partido, el Mirandés nos asestó el primer golpe: cabezazo de Reina y 1–0. Una estocada que nos dejó sin aliento ni ideas durante un buen rato. A pesar de ello, el equipo se repuso y no faltaron intentos ni fe en dar la vuelta al marcador. Con once tiros, contra seis, se vio un equipo que mereció por lo menos llevarse un empate de Anduva.

La más clara vino en el minuto 85: penalti, señal inequívoca del VAR, lanzamiento de Colombatto… Y otro golpe, esta vez del portero local Raúl Fernández, robándonos el empate. Como sabíamos, el Mirandés es un gran equipo, físico y eficaz: plantilla armada para aguantarlo todo. Y plantearán la vuelta de forma muy similar. Pero aquí, en Asturias, se respira otra atmósfera. Hay 30.000 gargantas preparadas para incendiar el estadio, para hacer temblar las gradas y para sostener a un equipo con alma de gigante. El Tartiere ha sido caldera en tantas finales… ¿Qué es esto si no? Y ahora lo convertiremos en una alfombra roja a Primera. Venimos de una temporada de esfuerzo, de ilusión y de reinvención bajo Paunovic, que ha guiado al Oviedo desde marzo con una solidez envidiable: 12 partidos invictos hasta el domingo y un fútbol más directo, pero eficaz.

Convertir la vuelta en una final es ahora más que una frase: es un compromiso. Ganando, somos de Primera. El Mirandés tiene su ventaja, pero no tiene nuestra afición, ni nuestro escudo, ni nuestra historia. Y el sábado 21 de junio, a las 21.00, en el Tartiere, esas tres fuerzas harán que remontemos.

Confío en que Paunovic apueste por la familia: recuperaciones, bajas… Santi Cazorla no estuvo en Anduva por una molestia muscular, pero ya se prevé su regreso. Ese cerebro, esa pausa, ese latido que marca el compás en las grandes citas volverá a su sitio para tejer los hilos que hagan rugir el estadio.

Y cómo no, la afición. Esta ciudad, estos barrios, estas peñas ya han respirado grandes noches. El récord de abonados y los estadios a reventar en las últimas jornadas son señales de que la catarsis que vive Oviedo necesita una explosión deportiva. Final en casa y somos de Primera.

Porque ganar la vuelta no es solo revertir un resultado: es recuperar la dignidad, es cerrar una herida abierta hace 24 años, es premiar la fidelidad incondicional. Es entregarle a la ciudad un pedazo de cielo que durante demasiado tiempo estuvo fuera de nuestro alcance. El Mirandés vendrá a defender, a taponar, a pelear como jabatos, pero lo único que necesitará el Oviedo es ser el Oviedo: intensidad, creación, presencia en todas las zonas y, sobre todo, ambición para no renunciar a cada balón, cada metro y cada segundo.

Los 90 minutos del sábado (más posible prórroga) serán la realidad de nuestro sueño. Esta es nuestra final. Nuestra hora. A Primera se sube desde Oviedo.

A por el último capítulo del sueño. Y pobre del que quiera...

¡Hala Oviedo!n

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