Opinión

Fin a un calvario de 24 años

Quién dijo que iba a ser fácil. El Oviedo sufrió para doblegar al correoso Mirandés, pero ello hizo quizás más emotiva la trascendental victoria de anoche ante los burgaleses, un triunfo que significa el ascenso de los azules a Primera, poniendo así fin a un calvario de 24 años. El equipo carbayón vuelve a lo grande y por el camino largo (el del play-off) a la categoría de oro del fútbol español, una de las ligas más importantes del mundo. Y lo hizo muy merecidamente, tras una temporada en la que siempre permaneció en los puestos altos. Y gracias a dos entrenadores: primero Javi Calleja, y después Paunovic.

El Mirandés puso las cosas difíciles a los asturianos desde el primer minuto. Se adelantó en el marcador, enfriando de esa manera el grandísimo ambiente que se vivió durante todo el día en la ciudad. Y luego, cuando los oviedistas comenzaron a reaccionar, nunca les pusieron las cosas fáciles. El Mirandés demostró que es un gran equipo, aunque quizás demasiado inexperto en comparación con el club asturiano. El tanto de los burgaleses obligó a los carbayones a un esfuerzo extra, que finalmente resultó positivo para los intereses de los de casa.

El Oviedo salió al campo en el primer tiempo muy contemporizador, sin la chispa necesaria para plantar cara a un equipo tan combativo como el Mirandés, que para nada se fue atrás como alguien podría pensar, después de llegar al Tartiere con un gol de ventaja en la eliminatoria. Todo lo contrario. Los burgaleses intentaron y consiguieron hacerse con el control del juego en los primeros minutos del choque, hasta que en el 16 Panichelli aprovechó un muy buen contraataque de los castellanos, tras una pérdida de balón de Colombatto en el centro del campo, para marcar el primer tanto de su equipo. Fueron unos primeros 20 minutos de dominio absoluto de los de Lisci, con un Oviedo que no inquietaba al meta visitante.

Lo bueno para los oviedistas fue que el Mirandés fue replegándose poco a poco y dejó el balón a los de casa. No obstante, los forasteros seguían creando peligro a la defensa azul en sus rápidos contraataques. Pero todo cambió radicalmente cuando el Oviedo obtuvo el empate, después de cometer los castellanos un claro penalti. ¿Y quién fue el encargado de lanzar la pena máxima y convertirla en gol? Pues, sí, por supuesto, Santi Cazorla. Su segundo tanto en el play-off. Ahí se vio que el Oviedo no estaba dispuesto a desaprovechar la gran ocasión del ascenso. Y gracias al gran capitán.

Pero faltaba la guinda para igualar la eliminatoria y esta se produjo ya en el segundo tiempo. En la jugada en que los azules se adelantaban a los de Miranda de Ebro participaron varios jugadores, pero con protagonismo especial para Hassan, Rahim y finalmente Portillo, el hombre de los ascensos del fútbol español (lleva cinco), que fue quien marcó. Lo fundamental para avanzar hacia el ascenso ya se había logrado. Lo siguiente era que los de Miranda no marcasen. Y aunque no fue fácil, los oviedistas lo lograron. Y a punto estuvieron de rematar a los burgaleses en el tiempo reglamentario de 90 minutos si Alemão hubiera logrado marcar tras una gran jugada personal. Pero disparó fuera.

Comenzó la prórroga. Y aquí se vio a un Oviedo más entero y más seguro en las tareas defensivas gracias a los cambios efectuados por Paunovic. Y llegó la jugada que hizo explotar de júbilo al Carlos Tartiere, la del tercer tanto azul que consiguió Portillo. Un golazo. Aquí se dejó de hablar del partido por parte de los aficionados y comenzaron a aflorar los sentimientos, los que se desbordaron tras la histórica victoria del Oviedo después de 24 años de estar fuera de la división a la que históricamente siempre perteneció: la Primera.

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