Opinión
Disfrutar del camino
Echar la vista atrás sin caer en la nostalgia
Hay que disfrutar del camino, dijo una vez Javier Calleja cuando ya tenía medio pie fuera del Real Oviedo. Lo decía alguien que apenas había recorrido ese camino. Pero no hagamos leña del árbol caído (aunque qué paz dejó), y tomemos su reflexión, nacida en un momento de rabia, como excusa para mirar atrás en este instante de exultación y euforia. Por fin.
Echar la vista atrás en el camino –sin caer en la nostalgia– nos permite ver todo lo que ha quedado en el arcén y todo lo que el paso del tiempo ha ido borrando. Porque el tiempo trae olvido. Pero si algo define al oviedismo, es la memoria.
Mirando hacia atrás, los años del barro parecen lejanos; aquella icónica imagen de Rivas organizando un entrenamiento en un baño parece que se ha difuminado; también la de los vomitorios del fondo de Symmachiarii, llenos para ver un partido en el Hermanos Llana y torcerle el brazo a quienes no querían vernos avanzar. Mejor dicho, a quienes querían arrojarnos a la cuneta. No pudieron. Nadie pudo con nosotros porque les demostramos que unidos se avanza mejor.
Atrás quedan los momentos en los que el camino parecía no tener salida, como en Arteixo o, más lejos aún, en Caravaca de la Cruz. Todo camino enseña, y el fracaso también es una vía hacia el éxito. A veces, aunque parezca paradójico, hay que meterse en callejones sin salida para poder seguir avanzando.
El camino nos ha servido para saber quiénes estaban a nuestro lado. Especialmente al principio. Algunos no lo entenderán, pero aquel gol de Kily es historia viva del oviedismo. Fue la señal que necesitábamos para saber que había luz al fondo. Muy al fondo. A nuestro lado estuvieron quienes quisieron: Esteban, Michu, Cazorla o Saúl Berjón, por citar solo a algunos. Y quienes no quisieron… ellos se lo perdieron.
Por el camino se ha unido mucha gente. Especialmente en estos últimos años, cuando el camino ya estaba más asfaltado. Nada que reprocharles. Todo lo contrario. Juntos somos mejores, y el trayecto se hace menos pesado. Hay generaciones de carbayones que nunca han visto a su equipo en Primera, en los años de gloria, y que, aun así, han elegido unirse a la marcha. Está claro que el futuro del oviedismo está asegurado.
Para el final de este camino de letras, que quizá no tenga mucho sentido, he dejado a Carso y Pachuca. Sin ellos, sí que no habría habido luz al final. Sin su implicación y sus decisiones –a veces acertadas, otras criticadas– es bastante probable que nos hubiéramos quedado por el camino. Gracias infinitas.
Así que disfruten de lo andado. Es hora de mirar atrás con orgullo por todo lo recorrido.
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