Gracias eternas, Santi

Hay gestos en el fútbol que trascienden al juego. Que no se miden en goles, asistencias ni minutos disputados. Gestos que nacen del corazón, del sentimiento puro, de una fidelidad que ni el tiempo ni la distancia pueden desgastar. El regreso de Santi Cazorla al Real Oviedo en el verano de 2023 fue exactamente eso: un acto de amor.

Porque Santi no volvió a casa en busca de focos, ni de contratos millonarios, ni de una jubilación dorada. Volvió por lo que sentía, por lo que debía, por lo que soñaba. Aterrizó en el Tartiere con humildad, con el salario mínimo permitido por la categoría y con un compromiso innegociable: ayudar a que este club volviera al lugar del que nunca debió marcharse.

Y lo logró.

En dos temporadas, Cazorla puso al Real Oviedo donde llevábamos soñando más de dos décadas. Primero, devolviéndonos la ilusión con un Play Off alcanzado en su primer año, algo que durante mucho tiempo fue una quimera para nosotros. Y después, esta temporada, convirtiendo ese sueño en realidad con el ascenso a Primera División. Su vuelta fue un regalo, pero el ascenso lo convirtió en oro.

Más allá de lo que aportó en el campo —que fue mucho—, Cazorla se convirtió en guía, mentor y ejemplo para todos sus compañeros. No solo compartió vestuario: compartió valores. Les enseñó qué significa amar un escudo. Les mostró lo que es llevar el azul tatuado en el alma. Incluso hizo de director deportivo en el mercado de Invierno con Nacho Vidal y un poco antes con Portillo.

Ahora, con el objetivo cumplido y con la historia ya escrita, llega el momento de mirar al futuro. Y sí, todos deseamos que siga. Que cumpla el sueño completo de jugar con su Real Oviedo en Primera.

Porque lo que ha hecho por este club no se olvida. Porque ha devuelto a todo un estadio la esperanza. Porque ha sido, es y será una de las figuras más importantes en la historia moderna del Real Oviedo.

Gracias, Santi. Por volver. Por creer. Por lograrlo. Y sobre todo, por sentir como uno más lo que para nosotros es todo.