Opinión
JOSU URIBE
Victoria de equipo
El plan salió a la perfección
Ambiente de gala en el vetusto Molinón para presenciar un enfrentamiento que vimos tantas veces en otra categoría, entre dos clubes y aficiones históricas. Muy poco fútbol, pero emoción a raudales y tres puntos que se quedan en Gijón y hacen soñar.
El partido comenzó con un Sporting incómodo ante un rival con una línea de cuatro muy adelantada, tres centrocampistas y tres atacantes que buscaban una presión alta e intensa, de la que a los rojiblancos les costaba un mundo liberarse.
Una acción de (acción a balón parado) magistralmente ejecutada por Gelabert, con la sencillez de un balón abierto, un buen bloqueo y un remate soberbio de Otero, puso en ventaja a los locales.
Sin embargo, el gol no trajo tranquilidad a los asturianos, incapaces de manejar y controlar el juego ante un rival que poco tenía que perder dada su situación y que buscó jugar en campo rival. Su objetivo era claro: dificultar la salida de balón del Sporting —una de sus debilidades— y evitar las transiciones rápidas que tanto daño hacen a los contrarios.
Los últimos minutos antes del descanso fueron una locura: lesiones de Gaspar y Otero, expulsión de Dubasin y un equipo incapaz de dar tres pases seguidos, encerrado en su área. El descanso llegó como anillo al dedo, con ventaja en el marcador.
La segunda parte fue otro partido. Tocaba reconstruirse. El Sporting buscó un plan para resistir, reducir espacios y atacar cuando se pudiera.
Borja Jiménez decidió pasar a una línea de tres centrales —Perrin, Diego y Pablo Vázquez— con dos carrileros por fuera (Pablo y Guille). Situó a tres centrocampistas puros (Nacho Martín, Justin Smith y Álex Corredera), prescindiendo de jugadores de banda, y arriba dejó una única referencia ofensiva.
Tomó una decisión difícil: retirar a Gelabert, el mejor futbolista hasta ese momento, para introducir a Amadou, buscando un jugador que alargara al equipo, corriera al espacio y supiera jugar de espaldas para estirar ataques y provocar faltas que bajaran el ritmo del rival.
El plan salió a la perfección: con mucho sufrimiento, el Sporting minimizó los ataques del Zaragoza, cediéndole la iniciativa pero reduciendo al máximo sus opciones de peligro.
El Zaragoza, con un jugador más y ante un rival que había perdido a sus cuatro mejores hombres, mostró sus carencias técnicas y colectivas, incapaz de superar las dos líneas defensivas gijonesas ni generar peligro real. Así explicó su posición en la tabla.
Con la entrada de Loum y Kevin por Guille y Corredera, totalmente fundidos, el equipo firmó un ejercicio de resistencia y solidaridad hasta el final, con una afición entregada al esfuerzo de los suyos.
Importante resaltar el valor de las acciones a balón parado en partidos tan cerrados, el trabajo de los centrales en los duelos y la defensa del área ante centros laterales.
Aun así, el equipo sigue teniendo problemas en la salida de balón y en generar superioridades en la zona de iniciación.
La mentalidad del equipo ha cambiado. No hace mucho, cualquier golpe los derrumbaba; ahora soportan la adversidad con una mentalidad de hierro, dejando de lado los egos y priorizando el bien común.
Fútbol hubo poco, pero fue un auténtico ejercicio de resistencia colectiva, con El Molinón completamente entregado.
El Sporting recupera posiciones de privilegio y se coloca a un punto del ascenso. En una categoría tan igualada, tres victorias seguidas te disparan. Ahora llega el problema de sustituir a jugadores clave —Otero, Dubasin, Gaspar y Corredera— para el duelo ante una de las mejores escuadras del campeonato: la UD Las Palmas.
Trabajo duro para el míster, que sabe que hay diferencias en algunas posiciones ofensivas, pero toca convencer al grupo de que el equipo está por encima de las individualidades. Lo del último partido fue un espejo perfecto para salir el domingo a morder y trabajar como lobos ante un rival técnicamente brillante.
Borja Jiménez ha demostrado ser un técnico inteligente, capaz de entrar en la mente del futbolista y sacar su mejor versión. Ese es el principal cambio del Sporting. Hay victorias que hacen creer y crecer por encima del juego. Fue una de esas: una auténtica victoria de equipo.
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