“Ya quisiera yo que niños abortados o ancianos y enfermos eutanasiados sin paliativos tuvieran la legislación protectora que se les brinda a los toros”. El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, arremetió ayer en su homilía del Día de Asturias, durante la misa solemne que presidió en la basílica de Covadonga, contra la ley de eutanasia, aprobada el pasado mes de marzo por el Gobierno de Pedro Sánchez.
El prelado se refirió al “panorama” que dibujan “algunas leyes sin demanda ni debate social”, que considera “demasiado oportunistas para la demagogia gubernamental” y que siembran “crispación y una impuesta transformación de la sociedad al albur de ideologías varias”. Fue una clara referencia a la ley de eutanasia y suicidio asistido y al aborto. “Mal asunto cuando la estocada se da en el seno materno, o cuando en el dolor terminal se da la puntilla al enfermo; eso es otra corrida... subvencionada”, añadió a continuación Sanz Montes.
El Arzobispo se había referido previamente al Gobierno del Principado en otros términos bien diferentes, al referirse a la pandemia. “Nos sigue llamando a la prudencia y a la responsabilidad en este pulso que ha puesto en jaque tantas cosas, pero que en Asturias apunta maneras por la gestión que está haciendo nuestro gobierno regional y la generosa colaboración ciudadana”.
Pero no todo fueron alabanzas para el Ejecutivo de Adrián Barbón, que escuchó la homilía con atención en primera fila, justo al lado del alcalde de Cangas de Onís, José Manuel González Castro. Sanz Montes se refirió a asuntos de plena actualidad: “Hay otros escenarios menos halagüeños, como los índices de paro laboral, especialmente entre la población más joven, el pago de la luz cuyas facturas nos apagan, o la tasa de natalidad a la baja, haciendo de nuestra región la más envejecida de España”.
“Habría que poner nombre a nuestra prisa, a nuestros imposibles, cuando vemos cómo se cierran puertas, se conculcan derechos, se acumulan violencias y planean nubarrones de incertidumbre en nuestras vidas”, indicó el Arzobispo. No quiso olvidarse de la situación internacional y la “inestable paz entre los pueblos”, y se refirió a la conquista del poder en Afganistán por parte de los talibanes, lamentando “lo que algunos fundamentalistas de turbante o turbadores de guante blanco, hacen con las mujeres, las niñas, y con los cristianos, a los que degüellan sin miramiento ante la indiferencia internacional”.
Destacó que Asturias se ha convertido este verano en “la opción más deseada” por parte de muchos turistas, atraídos por “la belleza agreste y arcaica de sus bosques y montañas, sus acantilados y playas, pintando de esperanza un horizonte tan grande como sus rincones y entrañas”. Manifestó su “admiración” por la “gente asturiana: noble, sincera, acogedora y simpática”, que en su opinión aporta “un importante activo al asombro grato que suscita Asturias”. A la “belleza natural” y la “bondad de nuestra gente” añadió Sanz Montes “la historia”, llena de “páginas gloriosas” y que “no hay que inventar, ni volver a escribir con tinta de ideología”.
En primera fila, pero separados por el pasillo de Barbón y el regidos cangués, estaban los portavoces de los cuatro partidos del centro y la derecha en la Junta General.
Teresa Mallada (PP) destacó que las palabras del Arzobispo reflejaron “lo que pensamos una gran mayoría de asturianos” y recogieron “todo lo que en Asturias va mal, que no es poco”. Aseguró que comparte tanto el análisis sobre la mala situación de la región como su “rechazo a la ley de eutanasia”. Susana Fernández (Cs) interpretó que el Arzobispo se refirió a la cooficialidad del asturiano cuando habló de leyes “sin demanda ni debate social”.
Ignacio Blanco (Vox) dio “parte de razón” a Sanz Montes, porque “uno de cada tres niños en Asturias se abortan, con cargo a los fondos públicos, en clínicas privadas”, pero no entendió la referencia a la tauromaquia, cuya defensa considera “compatible” con el rechazo al aborto y la eutanasia: “Una cosa no quita la otra”. Adrián Pumares (Foro) rechazó valorar las palabras del Arzobispo.
