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El ropero de la Santina, digno de una reina

La Virgen tiene más de medio centenar de mantos, la mayoría donados | De cuidar su ropa y cambiar su atuendo se ocupan las Carmelitas: “Para nosotras es un regalo”

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El ropero de la Santina: más de medio centenar de mantos dignos de una reina María Villoria

Las manos de la hermana Fabiola Aparecida Pereira pasan delicadamente sobre las imponentes telas extendidas sobre la mesa del recibidor del domicilio de las Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo en Covadonga.

Los mantos de la Virgen están ordenados por colores, para que sea más fácil mostrarlos, el mismo criterio con el que se ordenan en el ropero, ubicado en una zona no visitable del Santuario. Son más de medio centenar en total.

Ella es la superiora de la comunidad y junto a sus tres compañeras son las encargadas de cuidar la indumentaria de la Madre, de la Santina. También las que la cambian de ropa. Un cambio que se realiza siempre al caer el sol, cuando el Santuario recupera la paz, el recogimiento y el silencio.

No bajan la talla en madera del altar de la Santa Cueva para quitarle y ponerle las ropas, suben las hermanas hasta donde está la Virgen para que quede todo perfecto, con esa imagen de serenidad, elegancia y sobriedad que tiene la imagen siempre. Una labor en la que emplean una media hora aproximadamente.

Thaiane María de Miranda, Aretuza Capelari y Romilda Lopes de Queiroz, junto a la hermana Fabiola se encargan desde hace cuatro años del ropero de la Santina. Una labor que antes de llegar las hermanas de esta fundación brasileña hacían las Teresianas.

“Para nosotras es un regalo, una misión que exige mucho amor, porque es de la Virgen. Nos sentimos privilegiadas de servila en esto también”, comenta Pereira.

Pero ésta no es la única misión de Las Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo en el Real Sitio. También se encargan del cuidado de los niños de la escolanía. “Cuidamos de los niños como una labor maternal”, comenta la Superiora local.

Bajo su supervisión todos los ropajes están perfectos. Ni una arruga, ni una mancha, todo cuidado con mimo y detalle por las monjas.

Cada traje de la Virgen de Covadonga se compone del conjunto, el manto, y la puntilla, en oro o plata, para el puño de la Santina. El conjunto incluye: el rostrillo, que sólo deja al descubierto la cara de la Virgen, y el delantal, que cubre el cuerpo.

Además está la vestimenta del Niño, que la Santina sujeta en su brazo, una túnica a juego con la indumentaria de la Madre, el cíngulo que se ata a la cintura, y la corona que luce sobre su cabeza.

La mayoría de las ropas son donaciones realizadas por particulares, muchos de ellos anónimos, o instituciones, algunos también fueron encargados por el propio Cabildo de Covadonga.

Las motivaciones de la gente para realizar este regalo son muchas: devoción, promesas o incluso agradecimiento por alguna dicha concedida. Se calcula que hacer un traje para la Virgen puede costar entre tres y cuatromil euros, pero una vez que se coloca sobre los hombros de la Santina de los asturianos, el valor es incalculable.

La seda y el terciopelo son los materiales que “mejor le van” a la imagen de la Santina, no sólo estéticamente también para resistir el nivel de humedad que soportan estando en la Santa Cueva.

Cada vez que las hermanas cambian el atuendo de la Virgen, los mantos están empapados y tienen que llevar un laborioso proceso de secado durante varios días con deshumidificadores incluidos.

La humedad del Santuario y, en concreto de la Santa Cueva, con el chorrón cayendo de forma constante a sus pies empapa toda la ropa. La limpieza de las telas tampoco es una labor fácil, la mayoría no se pueden lavar, sino limpiar.

En invierno se cambian todas las semanas, además de los cambios en cada tiempo litúrgico. Durante la novena se cambia cada día.

Normalmente en un año no se llegan a poner todos los que tiene. “En el año jubileo sí se pusieron todos”, comenta la hermana Fabiola.

El más antiguo es un regalo de la Infanta María Isabel Francisca de Asís de 1858, hecho en brocado de oro con hilo de oro, también es el que más pesa de todos. Este manto ha sufrido ya varias restauraciones y según reza en el documento de la donación costó 179.000 reales de la época.

El más reciente fue regalado este mismo año, en el mes de febrero, por la familia Tabares de Madrid. Está hecho en terciopelo azul, con hilo de oro, “muy trabajado en las puntas” y realizado por las Pasionistas de Oviedo.

Cada manto tiene una referencia numérica o un nombre y la fecha que las hermanas identifican en una carpeta que contiene la información disponible sobre ellos.

Otro de los más antiguos es el que regaló el rey Alfonso XIII para la coronación de la Virgen, en terciopelo verde y bordado en oro, que incluye las iniciales “C” de Cristina de Habsburgo, madre del rey y regente y la “A” de Alfonso XIII.

Un manto que se pone en ocasiones especiales, que lució en el Centenario del Santuario y que suscitó de nuevo interés popular por realizar vestidos de la Virgen, según indicaron las hermanas Carmelitas Mensajera del Espíritu Santo.

A raíz de esto, fueron tantas las consultas realizadas para conocer las medidas de los ropajes, que se prepararon patrones y se colgaron las medidas en las redes sociales del Santuario. Aunque las personas que lo deseen pueden pedirlo también en Covadonga.

Desde el Santuario se procura que la Virgen luzca el atuendo de las personas o colectivos que lo han donado si visitan Covadonga y advierten de su llegada, aunque no siempre es posible, porque hay tiempos litúrgicos que marcan el color del manto en determinadas fechas.

Otro color que identifica a la Santina es el rojo, aunque en este punto hay un matiz, porque según explica hermana Fabiola Pereira, la creencia popular es que el manto rojo es el de la estampa de la Virgen más conocida. Sin embargo ese es un rojo tirando a granate, mientras que el manto más rojo es el que se le puso durante la visita de Juan Pablo II en 1989. El manto rojo de la estampa tiene algún signo del paso de los años ya, pero todavía se conserva en buen estado.

El otro rojo, el más intenso en tonalidad, fue una donación particular de un matrimonio de Toledo del que sólo se conoce sus nombres de pila, Antonio y Consuelo. Se lo habían regalado poco antes de la visita del Santo Padre a La Santina.

Posee también un manto regalado por el Ejército, otro por un Guardia Civil a título particular, alguno también de una vecina de Covadonga que le ha hecho varios. Al igual que otra devota de la Virgen que ha realizado diferentes mantos. El último también en color rojo, para pedir tener un nieto y, según explica la Superiora “lo tuvo”.

El color azul, se lo suelen poner en la víspera del día de Covadonga, para la Vigilia de los Jóvenes.

“Solemos poner el azul para los jóvenes, porque a ellos les gusta” dice la responsable de la comunidad de las Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo.

En este caso, también hay para elegir varios en esa tonalidad. Se venía utilizando el último que encargó el Santuario, parecido en la en el tipo de azul del terciopelo al último recibido como regalo este año. Se diferencian en el color de los bordados, el primero en plateado y el segundo en dorado.

Las hermanas recuerdan que todo lo que lleve en la espalda el manto no se aprecia, permanece a espaldas de la gente, por lo que los mantos cada vez son más trabajados en la parte delantera y, fundamentalmente en las esquinas inferiores. En un maletín se guardan todas las puntillas que luce la imagen en la muñeca donde lleva la colocada la rosa. Muchas personas desconocen este detalle.

En él también se guardan los cíngulos de Niño. Las puntillas son en color oro y plata y se colocan indistintamente. “El color que mejor le combine a la Virgen con lo que lleve puesto”, comenta la hermana Fabiola.

La labor de la Comunidad para que la Virgen luzca perfecta es constante y discreta, aunque muy laboriosa.

Hoy, en el día grande de La Santina, día de Asturias, estaba previsto que Nuestra Señora de Covadonga luzca el traje rojo, el mismo que se utilizó en la visita de Juan Pablo II.

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