Madrid / Oviedo

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Agencias / L. G.

Guadalajara

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La junta directiva del complejo nuclear Ascó-Vandellós, en Tarragona, acordó ayer la destitución del director de la central de Ascó, Rafael Gasca, y del jefe de seguridad de la planta, Francesc González, tras conocerse la fuga radioactiva que se produjo el pasado mes de noviembre. César Candás, ingeniero asturiano que hasta ahora dirigía la central de Vandellós, tomará las riendas de Ascó con el propósito además de pilotar la investigación interna sobre un suceso que ha avivado la polémica acerca de la seguridad del parque nuclear español y sobre la transparencia en la gestión de las incidencias que se registran.

El conjunto atómico Ascó-Vandellós es compartido por Endesa e Iberdrola y su junta de administradores tomó ayer el camino de sustituir a la cúpula de la central de Ascó, algo que habían demandado 14 alcaldes de la comarca tarraconense donde funcionan los dos reactores gemelos que producen electricidad desde hace casi 25 años. La destitución se produce después de que trascendiera, según las mismas denuncias, que la central ocultó el verdadero alcance de un incidente ocurrido hace cinco meses y que ahora ha obligado a examinar a centenares de personas para comprobar si trabajadores o visitantes de la planta resultaron contaminados. Entre ellos, decenas de escolares que participaron en una visita a Ascó el mismo día en el que se produjo la fuga y los de otros cinco colegios que también pasaron por la central desde noviembre.

Según informó ayer la cúpula de Ascó-Vandellós, el encargado de gestionar ahora la crisis será César Candás. Nacido en Lastres en 1958, César Candás es ingeniero titulado por la Escuela de Minas de Oviedo y tiene una amplia experiencia en el sector nuclear que en los últimos años incluyó la dirección de la central de Santa María de Garoña, en Burgos, y más recientemente la gestión de Vandellós II, responsabilidad que deja ahora. De acuerdo con otras informaciones divulgadas ayer, Candás será asimismo el responsable de la investigación interna sobre lo ocurrido en noviembre y la forma en que la dirección saliente se condujo tras el incidente.

Una denuncia de la organización ecologista Greenpeace destapó hace escasas fechas que se produjo la fuga radioactiva y, también, que su alcance había sido mayor que el inicialmente reconocido por Ascó. El Consejo de Seguridad Nuclear realiza su propia investigación y ya ha determinado que los responsables de Ascó, sujetos a la obligación de comunicar con precisión sobre cualquier alternación en la central, dieron una información «deficiente e incompleta» del incidente.

La central, ubicada a orillas del río Ebro, declaró el pasado 4 de abril que había detectado una fuga en sus instalaciones el pasado 26 de noviembre durante la parada de recarga y la describió como «un suceso menor». Fue clasificado por ello inicialmente como un incidente de nivel 1 (en una escala del 0 al 7). Pero el pasado lunes, tras disponer de más información, Seguridad Nuclear elevó esa calificación hasta el nivel 2. Se convirtió así en uno de los cuatro incidentes más graves en la historia nuclear española, según el relato de los hechos que ayer divulgó el diario «El País».

Durante la parada de recarga, se hacen pasar las barras de combustible nuclear por unos tubos y éstos se lavan y secan mediante unas bombas para eliminar los residuos. Los charcos de agua que quedan tras esa operación son asimismo recogidos con unas aspiradoras manuales. Ese agua, que acumula material radioactivo, fue lo que se manipuló de forma inadecuada. El líquido fue almacenado en un bidón y arrojado a la piscina que protege el combustible. Junto a la zona del vertido, además, estaba en funcionamiento un sistema de ventilación que absorbió y lanzó al exterior por partículas de contaminación.

La central nuclear de Trillo ha sufrido un nuevo suceso durante la revisión de la anomalía detectada de una de las barras de control, al caer al fondo de la vasija del reactor una pequeña pieza de esta barra, una tuerca que ya ha sido recuperada y enviada a Alemania para averiguar por qué se rompió.

Según han informado a EFE fuentes de la central de Trillo (Guadalajara) -cuya producción está parada desde el 27 de marzo por otro incidente-, ningún trabajador ha estado expuesto a condiciones radiológicas que le hayan ocasionado contaminación personal o irradiación ni tampoco ha supuesto ningún riesgo para la población o el entorno de la zona.

Las fuentes han señalado que la dosis de irradiación recibida que hayan podido sufrir los trabajadores que han participado en estos trabajos ha sido «más de mil veces inferiores a los límites legales establecidos por el Consejo de Seguridad Nuclear».

La ausencia de esta pequeña pieza cilíndrica de 4 centímetros de largo por uno de ancho y 20 gramos de peso, que había caído al fondo de la vasija del reactor -parte nuclear de la planta- fue detectada mientras se inspeccionaba la barra de control.

La tuerca fue recuperada el 9 de abril y desde ayer martes se encuentra en las instalaciones del suministrador principal de la central nuclear, con sede en Alemania. El complejo atómico de Trillo está participado por varios grupos eléctricos, entre ellos el asturiano HC Energía, dueña del 15,5 por ciento.

César Candás nació en Lastres (Colunga), pasó su infancia en Avilés y se hizo ingeniero de minas en Oviedo. Su proyecto de fin de carrera le puso en contacto con la central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos), a cuyo equipo técnico se incorporó en 1985. En 2002 fue nombrado director de la planta y luego ocupó la misma responsabilidad en Vandellós II. Allí le tocó gestionar la crisis que siguió a un incidente que, en 2004, puso en cuestión la fiabilidad de la central. En la foto, Candás, en el centro de control del complejo nuclear catalán.