Oviedo, L. Á. VEGA

Jovellanos, si viviese hoy, no haría tanto hincapié en la necesidad de desarrollar la minería del carbón -como hizo en su tiempo-, y quizá no insistiría tanto en el déficit de infraestructuras como en las barreras normativas que impiden a la economía desarrollarse. Al menos es lo que se desprende de las palabras del carreñense Álvaro Cuervo, catedrático de Economía de la Empresa en la Universidad Complutense de Madrid -estuvo en Oviedo entre 1977 y 1984, creando escuela-, que participó en la presentación del décimo volumen de las Obras Completas de Gaspar Melchor de Jovellanos, el dedicado a los escritos económicos, en el Aula Magna de la Universidad de Oviedo.

Jovellanos había basado su fórmula para sacar a la «Siberia del Norte» (Asturias) del estancamiento en cuatro «píldoras»: carbón, infraestructuras, «iluminación» -formación, en términos actuales- e inversiones del Estado. Respecto a la primera, Cuervo opinó que «el carbón carece de relevancia para el futuro y más bien forma parte del mito asturiano», sin extenderse más.

En cuanto a las infraestructuras, Cuervo resaltó que Jovellanos fue el gran defensor del puerto de El Musel, pero se preguntó qué opinaría del gran complejo en que se ha convertido. «No creo que pensase que toda oferta genera su propia demanda. No sólo las obras son las bases del crecimiento», sentenció. Para Cuervo, «es triste ver que las recetas para superar el aislamiento geográfico de Jovellanos se hayan convertido en obsesiones para la Asturias de hoy». Y sobre este mismo asunto añadió que, «el AVE del Cantábrico, Jovellanos no lo tenía en mente». El otro, el de la Meseta, tampoco le mereció un juicio conforme. «Se habla del AVE, pero no del transporte de mercancías, ni de la posibilidad de liberalizar este sector», añadió.

Para Cuervo, el desarrollo es cuestión de empresarios, como también pensaba Jovellanos, seguidor de Cantillon, inventor del término «entrepeneur». Quizá con esa idea creó su Instituto de Náutica, «la primera escuela de negocios de España», se atrevió a decir Cuervo. Jovellanos defendía una disminución de las leyes y era partidario del mercado, aunque, como matizó el profesor Vicente Llombart, uno de los compiladores del volumen presentado ayer -junto a Joaquín Ocampo Suárez-Valdés-, también «era proteccionista, partidario de la libertad económica sólo hasta llegar a la frontera».

Llombart puso en duda que Jovellanos fuese seguidor del escocés Adam Smith, y sí aventuró que éste, de haber vivido más, haber aprendido castellano y haber leído al gijonés, se habría visto influenciado sin lugar a dudas. «Sí que había una sintonía, pero sólo forzando los textos se podría decir que Jovellanos era partidario del "laissez faire"», indicó.

Álvaro Cuervo, por su parte, opinó que «Jovellanos fue un reformador práctico siguiendo la línea del liberalismo económico». Y resumió su receta para hacer de Asturias la «Sajonia de España» en una frase: «Que no nos salven. Necesitamos menos normas y más mercado». Joaquín Ocampo aseguró que «que un 36 por ciento de manuscritos de Jovellanos sin localizar».