Oviedo, L. GANCEDO

Juan Velarde Fuertes (Salas, 1927), economista, premio «Príncipe de Asturias» de Ciencias Sociales 1992, dijo ayer sentirse como Casandra, la adivina del mito griego a la que Apolo maldijo para que nadie creyera sus profecías y a la que nadie creyó cuando predijo el desastre de Troya. «Los economistas llevamos hablando desde 2002 y, sobre todo, desde 2004, de los riesgos del modelo económico español, pero no se hizo nada; hemos clamado en el desierto». Sobre todo desde 2004, tras la llegada al Gobierno del PSOE, el profesor Velarde ha venido alertando acerca de la fragilidad de un crecimiento basado ya desde años anteriores en el auge de la construcción, dando avisos también sobre los déficits exteriores de España y sus carencias de productividad. Ayer, antes de una conferencia sobre la invasión napoleónica, Velarde opinó sobre el deterioro de la economía nacional y esbozó sus recetas. Recomendó menos gasto público y menos impuestos.

Velarde Fuertes parafraseó a otro economista, el catalán Xavier Sala i Martín, y describió el cambio de clima económico para España como «la tormenta perfecta», una combinación de «cosas negativas»: una «catástrofe financiera» que llega de EE UU, un país con un elevado déficit comercial y una fuerte dependencia energética del exterior y con un patrón de crecimiento «basado en el consumo y en la construcción». En ese contexto, considera Velarde, España ha perdido crédito en el mercado financiero internacional y tiene severas dificultades para atraer inversión extranjera.

¿Cuál puede ser la profundidad y el efecto de todos esos males? El también miembro del Tribunal de Cuentas avivó las alarmas: «Desde 1959, cuando el Plan de Estabilización, el objetivo ha sido siempre conseguir la convergencia con los países más avanzados de Europa; se ha estimado que esa convergencia se alcanzó en 2007, pero ser puede perder». Más que eso. Juan Velarde puso como ejemplo posible de los pasos atrás que puede dar una economía «el caso de Argentina, que ha terminado convertida en lo que eufemísticamente se llama un país en vías de desarrollo». Vino a decir el profesor salense que no se puede desdeñar el riesgo de una debacle análoga a la gran depresión argentina que, a finales del siglo XX y principios del XXI, desmenuzó los cimientos de la que era entonces una de las principales economías latinoamericanas.

La situación requiere «medidas antipáticas», respondió Velarde. Cambios profundos en el sistema de ciencia y tecnología. «Clama al cielo que en lugar de promover el estudio de las matemáticas estemos con lo de educación para la ciudadanía». «Bajar el impuesto de sociedades y recortar el gasto público». España necesita, añadió el catedrático, «un ministro duro», que aplique «la tijera» en ese gasto, porque, argumentó en otro momento, «son cada vez más y más serios los informes que alertan sobre los peligros para el sistema de pensiones, para la sanidad pública...».

¿Qué pinta tiene Asturias en esa «tempestad perfecta» que, sostiene Velarde, amenaza tantas cosas en España? Ante aquellos que han opinado que la región encara el panorama mejor que otras, Velarde sentenció: «Creer que Asturias puede salvarse por estar a este lado del Pajares es imposible, no hay manera». Y enfatizó que el Principado aún tiene cuentas pendientes con sus comunicaciones hacia Madrid y hacia el Este.