Oviedo, L. GANCEDO

Cajastur es uno de los 7.470 socios de Central Lechera Asturiana (Clas). Como Caja Rural, la primera entidad financiera regional tiene un vínculo histórico con Clas, además de ser uno de los accionistas de referencia (10,9%) de Corporación Alimentaria Peñasanta (Capsa). Tal posición de Cajastur como socio de la Central no es una mera anécdota ante el proceso de transformaciones que están en discusión. Es el punto de partida de la propuesta financiera que la Caja presidida por Manuel Menéndez acaba de formular como salida para preservar el control regional de la primera industria agroalimentaria de la región y activar un giro en su gestión.

Cajastur ha dado un paso al frente con una oferta a los ganaderos de Clas que ha obtenido ya un generalizado apoyo institucional, político y sindical y que, además, se ha desligado de la discusión interna que vive la cooperativa. Ayer confirmó que mantendrá su oferta de un «acuerdo de gestión que permita a la Caja contribuir de manera efectiva al fortalecimiento de Capsa», salgan o no adelante los cambios societarios que se han planteado.

l El contexto. Central Lechera, sociedad agraria de transformación (SAT, de funcionamiento análogo a una cooperativa), ha iniciado la deliberación interna sobre una reforma societaria que la dirección presidida por Bertino Velasco considera inexcusable, porque la SAT actual está en situación irregular. Sería así porque sistemáticamente la cooperativa no ha liquidado, como manda la legislación, las participaciones de la mayoría de los socios que dejaban de suministrar leche. El resultado ha sido la siguiente anomalía: el 80% de los cooperativistas son «inactivos» o «durmientes», antiguos suministradores de leche que aún son titulares de participaciones que por ley debió comprarles la propia Clas, pero no lo hizo, y que, de hecho, tampoco pudieron vender a otros.

La reforma que plantea la dirección supone desdoblar la Central en dos sociedades. De una parte, una SAT integrada exclusivamente por los ganaderos en activo y dedicada al suministro lácteo. De otra, una sociedad limitada participada por activos e inactivos y cuyo patrimonio estaría integrado por lo más valioso de Clas: la mayoría accionarial de control (56,39%) que la cooperativa tiene en Capsa y la marca Central Lechera Asturiana. Los socios de esta nueva sociedad limitada podrían vender sus participaciones en el plazo de tres años.

l La «neutralidad». En ese contexto llega la oferta de Cajastur. Ahora bien, la entidad financiera aclaró ayer que su propuesta «no está condicionada a ningún proceso interno» en Central Lechera, sino que «está diseñada para que pueda ser aplicada en diferentes situaciones». Esto es, aun en el supuesto de que el próximo 6 de junio la asamblea de Clas rechace la tranformación societaria que plantea la dirección, Cajastur mantendrá su oferta a los cooperativistas y la adaptará al escenario resultante. La Caja quiso dejar clara su posición «neutral y respetuosa» ante el debate interno de Clas, donde la dirección y el llamado sector crítico mantienen serias discrepancias. «Cajastur formula esta oferta con vocación de integración, de manera que puedan sumarse a ella todas las partes interesadas en este proyecto, con independencia de las diferencias de opinión que puedan mantener en otras materias». Cajastur anticipó también que en las próximas semanas mantendrá contactos con «con los diferentes agentes interesados», incluida la dirección de Clas y los ganaderos críticos.

l El punto flaco. Haya o no cambio societario, la oferta de la Caja coincide con una debilidad que se ha identificado en la propuesta de reforma de la SAT: el riesgo de que, con un desembolso relativamente pequeño, un inversor externo pueda hacerse con el control de la nueva sociedad limitada y, por tanto, con el de Capsa, tentando a los cooperativistas, singularmente a los «inactivos», con una oferta por sus participaciones.

l Los «vasos comunicantes». Cajastur ha aparecido con una propuesta que vendría a reparar, por un lado, la imposibilidad económica de Clas de liquidar las participaciones de sus socios «durmientes» y, por otra, el riesgo comentado. Lo hace con el compromiso de comprar las participaciones que los socios quieran vender de la nueva sociedad, si se llega a crear, o de aplicar una fórmula análoga, si no cuaja la segregación societaria. El efecto sería algo así como el propio del funcionamiento de los «vasos comunicantes»: a medida que hubiera ganaderos «activos o inactivos» que vendieran, aumentaría la participación de Cajastur y, en consecuencia, la mayoría de control asturiano en la sociedad y en Capsa estaría blindada.

l El precio. Cajastur promete pagar las participaciones «de forma equitativa» y a «un valor razonable», «determinado por métodos comúnmente aceptados». La expresión se refiere a que serían tasadores externos los que fijaran el precio de esas participaciones, de manera que fuera acorde con el valor real de los activos de la sociedad: la marca Central Lechera y, sobre todo, la participación accionarial en Capsa.

¿Cuál puede ser el valor de esas participaciones y, por tanto, el precio de venta? Un informe sobre Clas y Capsa que a finales de 2006 elaboraron el catedrático Álvaro Cuervo y el jurista Pedro de Silva incluyó una estimación sobre el valor de la Corporación y del 56% que detenta ahora la SAT Central Lechera. Aquella cuenta, preventivamente calificada por los autores como «mera aproximación», señalaba que la participación de Clas en Capsa podría suponer unos 176 millones de euros (casi 29.000 millones de pesetas).

l El plazo. Cajastur plantea una oferta con un plazo abierto que, de producirse el acuerdo con Central Lechera, permitiría a los cooperativistas decidir cuándo vender. Hacerlo de inmediato para convertir en efectivo sus participaciones, o aguardar, por ejemplo, ante la expectativa de que el valor de Capsa pueda aumentar.

l La condición. «La oferta únicamente está condicionada a que se logre un acuerdo de gestión con la SAT que permita a la Caja contribuir de manera activa al fortalecimiento de Capsa como empresa asturiana con vocación de liderazgo e innovación en el sector agroalimentario español», señaló ayer Cajastur. A cambio de la oferta que permita a los cooperativistas que lo deseen vender sus participaciones a un precio «razonable» y resolver el problema jurídico y económico que arrastra la Central, la Caja quiere «derechos adicionales» para implicarse con más intensidad que nunca en la gesión de una de las mayores empresas asturianas, con dos objetivos: «preservar los vínculos de Capsa con Asturias» e «impulsar» el crecimiento del grupo.