Oviedo,

Francisco L. JIMÉNEZ

La «tijera» con la que Lakshmi Mittal recorta costes y gastos innecesarios para evitar que la crisis afecte a la cuenta de resultados de su compañía sigue afilada. Si hace una semana tocó hablar de ajustes en una de las dos líneas de galvanizado y en la de chapa pintada de Avilés, ayer fue el turno de la cabecera siderúrgica de Gijón, donde los directivos de la compañía han decidido reducir la carga de trabajo en el tren de alambrón -a partir de noviembre sólo trabajará en semanas alternas- y otras medidas, aún sin concretar, que afectarán a la acería. Según responsables sindicales, los 200 trabajadores del tren de alambrón no se verán afectados; no obstante, las mismas fuentes recalcan que la situación de incertidumbre hace complicado hacer cualquier pronóstico.

Además de los ajustes de capacidad en el tren de alambrón y en la acería -estos segundos a expensas de confirmación en próximas reuniones-, Arcelor mantiene el plan de parar durante el mes de diciembre uno de los dos hornos altos gijoneses para llevar a cabo tareas de reparación y mantenimiento. Esta parada está planificada desde hace meses, si bien la situación de crisis a la que se enfrenta la empresa ha aconsejado alargar el tiempo de duración de las obras de los quince días previstos inicialmente a cuatro semanas.

La razón principal por la que Arcelor-Mittal decide poner a medio gas el tren de alambrón de Veriña, que factura 600.000 toneladas, es la reducción de las ventas de producto acabado en un 80 por ciento. O al menos eso es lo que se aseguró a los representantes de los sindicatos en las reuniones donde la empresa comunicó sus planes. La caída de ventas no tiene que ver tanto con el descenso de pedidos como con la negativa de Arcelor a entregar mercancía a cuenta. La compañía hace valer su posición de líder del mercado y, según las explicaciones que dan sus directivos, exige el pago en mano de la mercancía. Cosas de la desconfianza generalizada que se ha apoderado de los mercados.

La consecuencia directa del afán de Arcelor por garantizar la liquidez de las operaciones de venta de alambrón -un producto cuyo principal mercado son los fabricantes de neumáticos- fue la renuncia de varios clientes a la compra de la mercancía que tenían encargada. Y eso porque también los bancos han cerrado las líneas de crédito y endurecido hasta extremos nunca antes vistos las condiciones para prestar dinero a las empresas. El sindicalista Pedro Cancio, de la USO, lo resumía así: «Esto es una pescadilla que se muerde la cola: Arcelor no fía y los bancos no prestan dinero a las empresas que compran alambrón».

A diferencia del tren de alambrón, los de carril y chapa gruesa atraviesan por un momento óptimo de producción. El primero se beneficia de un reciente pedido de Adif, que ha encargado un lote extra de raíles para acelerar la conclusión de un tramo del AVE de Levante; tiene carga de trabajo garantizada hasta el 31 de diciembre e incluso ha sido reforzado con diez trabajadores eventuales. En cuanto al tren de chapa gruesa, se dispone a cerrar el año en números de récord, lo cual debe agradecer a la alta demanda de chapa para la construcción de generadores eólicos.

Precisamente la punta de trabajo en el tren de carril aviva la esperanza de los sindicatos de minimizar el impacto de un hipotético ajuste de producción en la acería: «La mayor demanda de "bloom" para fabricar carril puede compensar la caída de pedidos de palanquilla (semiacabado siderúrgico a partir del cual se hace el alambrón)», explicó un miembro del comité de empresa de Arcelor en Gijón.

En Avilés, sindicatos y empresa tienen prácticamente ultimado el plan para dar ocupaciones alternativas a los trabajadores de plantilla de la línea de chapa pintada, que parará 50 días por falta de pedidos. Los 18 eventuales que finalmente se verán afectados por esta medida comenzarán a irse para casa el próximo sábado de forma escalonada.