Oviedo, J. L. SALINAS /

L. GANCEDO

-El Gobierno ha metido las pensiones en su estrategia de reformas para apuntalar la economía y pergeñar un nuevo patrón de crecimiento. ¿Es oportuna esa reforma?

-Justo R. Braga (UGT): Parece que se hacen propuestas pensando más hacia fuera que hacia los problemas de dentro. Desde la Cumbre de Davos, el Gobierno planteó la reforma de las pensiones y recortes del gasto y la inversión pública, precisamente cuando ésta es más necesaria. El objetivo era que no nos mezclaran con Grecia en los mercados de deuda. Pero el problema es el del empleo y no lo van a resolver ni una reforma de las pensiones ni la reforma laboral. Lo pueden hacer la inversión pública y la recuperación del crédito y de la inversión privada. Una reforma de la pensiones la podíamos haber abordado, tranquilamente, después de las elecciones generales. Ahora está claro que no va a haber el consenso necesario.

-Alberto González (FADE): La reforma no es oportuna, aunque sí necesaria. Coincido en parte con Justo: hasta poco antes de la Cumbre internacional de Davos el Gobierno decía que no había problema con las pensiones; mes y medio después cambió de opinión. Hay hechos objetivos: tenemos una población envejecida, una entrada cada vez menor de personas en el mercado laboral y un gasto en pensiones que crece. Y todos los estudios señalan que en dos décadas podemos tener dificultades graves. No es un problema para pasado mañana, pero no podemos hacer trampas en el solitario: algo habrá que hacer. ¿Es ahora el momento? En mi opinión, no. ¿Por qué lo hace el Gobierno? Quizá porque en política es más fácil dar las malas noticias cuando hay problemas más gordos que las oscurecen.

-Antonio Pino (CC OO): No es el momento de abordar la reforma. El Gobierno está haciendo un pisto manchego y su planteamiento está condicionado por muchas cosas. Con la crisis que tenemos y con un fuerte desgaste político, un planteamiento así genera alarma y no ayuda a poner la atención donde debemos. Más que por la crisis, esta propuesta está condicionada por presiones internacionales y por las del sistema financiero, que tiene ganas de meter bocado para el mercado de los fondos de pensiones.

-El Gobierno ha planteado ya subir la edad de jubilación de los 65 a los 67 años, y los expertos sugieren que no hay más caminos que recortar la generosidad del sistema o incrementar las cotizaciones...

-A. Pino: Cuando se utiliza una lógica como ésa parece que no hay más alternativas, pero las hay. Además, y no es demagogia barata, de que las pensiones se iban al garete se habla desde hace mucho y todos los gurús han fallado. Caben muchas hipótesis. Un ejemplo: quizá vayamos hacia un escenario de más productividad y, por tanto, de mayores salarios y cotizaciones más altas... No se sabe cómo va a ser el dibujo dentro de tantos años. Y hay otros frentes para actuar. El ministro Corbacho habló de que hay un 20% de economía sumergida. Eso son cotizaciones que no se pagan. Y otro tanto ocurre con el fraude fiscal: los inspectores fiscales hablan de la friolera de 70.000 millones de fraude. No es condición sine qua non ampliar la edad de jubilación.

-J. R. Braga: Habrá que mirar, por ejemplo, por qué en un sistema contributivo tenemos elementos que no son contributivos. Los complementos de las pensiones mínimas deberían ir a cargo de los Presupuestos del Estado, como en otros países, no al sistema, porque lo están lastrando. El Estado español contribuye menos al sistema que otros europeos. Hay que combatir la economía sumergida y el fraude. Y hay que ver cómo le damos vuelta a la proyección demográfica. ¿Éste o los próximos gobiernos no van a hacer nada para invertir el envejecimiento? Se puede hacer fomentando la natalidad o con la inmigración.

-A. González: El de las pensiones es quizás el pilar fundamental del Estado del bienestar, y cuando tocas algo así empezamos a movernos en la silla, pero no deberíamos ponernos nerviosos. Alargar la edad de jubilación no tiene por qué ser la única salida. Lo primero es analizar el sistema que tenemos. El de España es un modelo de reparto. El sistema lo componen, por una parte, los hombres y mujeres que cotizan, y, por otro, los pagos que hay que hacer. Habrá que empezar a explorar otros sistemas. En España a todos se nos animó a que hiciéramos planes de pensiones privados. Y muchos los tienen. Pero se cambió en tres ocasiones el tratamiento del ahorro para la jubilación. A lo mejor tenemos que acompasar también el modelo con el de la fiscalidad del trabajo que cae sobre las empresas, que es de las más altas de Europa. Quizás estemos cargando el problema sobre una de las patas y debiéramos ir a un sistema en el que cambie la proporción que aporta la empresa, donde el trabajador tenga un compromiso mayor y que otra parte la aporte el Estado. Hay que estudiar todas las opciones y elegir la mejor. Siempre con un gran consenso detrás.

-A. Pino: Cuando se comparan cotizaciones o fiscalidad de España y Europa se suele hacer mucha trampa, contando sólo la media verdad. Lo hace la patronal en asuntos como el coste del despido y se hace al hablar de los salarios. En la industria, de donde procedemos Justo y yo, puede haber salarios dignos, pero ¿se puede tener un plan de pensiones con el sueldo de un trabajador del comercio, de la hostelería o de la ayuda a domicilio?

-¿Se impone cerrar el paso a las prejubilaciones?

-J. R. Braga: Las prejubilaciones resolvieron gran parte de la reestructuración que hubo en este país en los años ochenta, que podía haber supuesto en otro caso despidos masivos. Esto tiene un valor social tremendo y se hizo por consenso. ¿Es algo que haya que seguir haciendo ahora? Hay oficios penosos para los que hay que favorecer una salida anticipada y hay que ajustarse a unas necesidades que no son las mismas de antes, para que el sistema sea justo y solidario. Pero también hay que dejar un margen para la prejubilación en aquellos sectores donde hay problemas concretos.

-Sea más concreto: ¿tiene sentido seguir prejubilando a trabajadores de la minería con cuarenta y tantos años?

-J. R. Braga: Si no hay problemas y no hay que hacer reestructuraciones, no tiene sentido. La minería tiene unos coeficientes reductores, como en el régimen del mar, que benefician a los trabajadores.

-A. Pino: Las prejubilaciones tuvieron una finalidad en momentos de ajuste y deben seguir teniéndola siempre que se den las mismas circunstancias. Lo que no tiene sentido es que empresas con beneficios usen recursos públicos para recortar plantillas. La banca lo hizo. ¿Hay que quitar las prejubilaciones? La crisis financiera puede mandar al garete a ciertos sectores productivos y las prejubilaciones pueden ser necesarias.

-A. González: Hay mucho mito con lo de las prejubilaciones en Asturias. En España hubo sectores que tiraron más de ellas y que pasaron de rositas: la banca, los seguros, las telecomunicaciones... En Asturias había 45.000 empleos en empresas públicas y ahora quedan 2.000. La mayor parte de ese ajuste se hizo por prejubilaciones. Dicho esto, cerrar definitivamente la puerta a la prejubilación puede generar problemas. Pero en el futuro debería ser algo excepcional. En este país se da poca importancia a sistemas alternativos a la prejubilación que suponen anticipar un poco la salida del mercado de trabajo a la vez que se facilita la entrada de otros trabajadores en el sistema. Fórmulas como el contrato-relevo contribuyen a resolver el problema, gordísimo, de entrada al sistema. Pongo el ejemplo de los becarios: desde hace un año y pico ya cotizan a la Seguridad Social, pero tengo amigos becarios con 35 años que llevan sólo ese tiempo cotizando...

-A. Pino: ¿Por qué no les hacéis contratos más curiosos?

-A. González: Ésa es una segunda parte del debate, que se puede resolver con una reforma laboral.

Edad de jubilación

Incrementar la edad de jubilación, que pasará de los 65 a los 67 años de forma paulatina desde 2013.

Cálculo de la pensión

El Gobierno propuso en un documento enviado a Europa ampliar de 15 a 25 años el período de cómputo para calcular la pensión. La propuesta fue retirada luego.

Prestación de viudedad

El Gobierno prevé revisar la pensión de viudedad vitalicia en determinados supuestos, como en casos de convivencias familiares breves.

Prejubilación

El Gobierno planea también elevar la edad mínima de prejubilación de los 52 años actuales a los 58.