Bruselas / Agencias

Los jefes de Estado y de Gobierno de la eurozona se reunieron ayer en una cumbre extraordinaria en Bruselas para discutir una intervención multilateral para calmar los mercados, defender el euro y frenar el contagio de la crisis griega. Fuentes diplomáticas aseguraron que los líderes europeos, que permanecían reunidos anoche en una cena, pretendían articular un mensaje fundamentado en lo siguiente: ratificar el apoyo a Grecia y reforzar preventivamente el rigor presupuestario en todos los países, con más recortes de gasto si fuera preciso, a fin de cortar cuanto antes los síntomas de contagio de la crisis de la deuda que han aparecido. Alemania y Francia pretenden endurecer el pacto de estabilidad. Anoche, los líderes también discutían la creación de un mecanismo de rescate capaz de intervenir en defensa de la moneda única y de la eurozona en caso de crisis análogas a la griega.

La cumbre en Bruselas, que también avaló el plan de rescate griego (préstamos por valor de 110.000 euros a cargo de los países y del Fondo Monetario Internacional) empezó con dos horas de retraso al prolongarse las reuniones bilaterales previas. En la que mantuvieron el presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, y el de Francia, Nicolas Sarkozy, coincidieron en la necesidad de que haya una posición firme de los países de la eurozona ante la ola especuladora que está atacando los mercados.

«No existe un euro griego, un euro español o un euro alemán, sino una zona euro que se va a defender en bloque frente a los especuladores que arrasan los mercados». Era el mensaje que se pretendía trasladar, según fuentes de la cumbre europea. De ahí que los líderes del Viejo Continente busquen una solución multilateral en la que participarían, además, el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea y los 16 bancos nacionales.

La canciller alemana, Angela Merkel, dejó claros los términos del debate a su llegada a la cumbre. «No se trata únicamente del saneamiento presupuestario de Grecia, sino de hacer que todos los países miembros se comprometan de nuevo a ceñirse al pacto de estabilidad», advirtió. En estos momentos, trece de los dieciséis países de la eurozona registran déficits excesivos (por encima del 3% del PIB), pero el miércoles próximo la Comisión Europea publicará nuevos datos que sitúan a todos, incluida Alemania, lejos ya del límite.

El pacto que ahora quiere endurecer Alemania, para lo que cuenta con el apoyo de Francia, fue debilitado por estos mismos países en 2003, cuando tuvieron dificultades para su cumplimiento. Alemania pretende que todos los socios se comprometan a tomar las medidas que sean necesarias, incluidos más ajustes, para enviar a los mercados un mensaje claro de austeridad.

En el apartado relativo a la revisión de las reglas de la unión monetaria, las autoridades alemanas propugnan un endurecimiento del pacto de estabilidad y crecimiento (PEC), aunque para ello haya que reformar los tratados. Berlín defiende no sólo su aplicación estricta, sino también la introducción, en caso de incumplimiento reiterado, de sanciones casi automáticas, que irían desde la retirada de los fondos europeos hasta la suspensión del derecho de voto en el Consejo. Esta última propuesta fue rechazada por el canciller austriaco, Werner Faymann, que la calificó de «exagerada». Pero la propuesta franco-alemana cuenta con el apoyo de Finlandia y Eslovaquia.

Presionados por los mercados, todos los líderes europeos se comprometieron en marzo a revisar las reglas de la unión económica y monetaria y encargaron al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, que estudiara «todas las opciones» para mejorar la disciplina y los instrumentos de gestión de crisis. Además de un control más estrecho y anticipado de los presupuestos de cada miembro, crece el convencimiento de que es necesario extender la vigilancia colectiva sobre la evolución de la competitividad en las economías de la zona.

Los líderes han considerado la posibilidad planteada por Zapatero de crear una agencia de calificación de deuda europea. Merkel y Sarkozy defienden un mayor control sobre las agencias de «rating».