Londres, Agencias

El Gobierno británico anunció ayer un recorte del gasto público de 6.243 millones de libras (7.260 millones de euros), 243 millones de libras más de lo esperado. Es «el primer paso» para reducir el déficit de 181.000 millones de euros que tiene el país, y al que seguirán «otras muchas decisiones difíciles», según admitió el Ejecutivo. Italia y Alemania presentarán hoy sus ajustes, que ya se prevén «drásticos».

El ministro de Finanzas, George Osborne, recalcó que esta decisión es «sólo el primer paso hacia la creación de mejores servicios públicos, una economía más fuerte y una sociedad más justa». El ministro de Finanzas anunció también un gasto excepcional de 581 millones de euros, que saldrán del ahorro anunciado ayer. Esta partida incluye 197 millones de euros para vivienda social, 154 millones para 50.000 nuevos aprendizajes, y 58 millones de euros para más centros de formación.

Preguntado por las consecuencias del plan en el empleo, Osborne confió en que se cree un entorno económico que anime al sector privado a crear puestos de trabajo. En el caso del sector público, apuntó que la «gran mayoría» de los ahorros procederá de puestos vacantes que no se van a ocupar, no de despidos.

El recorte del gasto de 6.243 millones de libras no incluye los ahorros en Sanidad, Defensa y Desarrollo Internacional, pero sí recoge la desaparición del Fondo Fiduciario Infantil, algo parecido al «cheque-bebé». Entre el resto de departamentos, la reducción del gasto será de 793 millones de euros en Transporte, 470 millones en gobiernos locales, 778 millones en Educación, 970 millones en Negocios y 621 millones de euros en Trabajo y Pensiones, entre otros.

El Gobierno de Italia también presentará hoy su plan de recortes, que tendrá un valor global de 24.000 millones de euros, y no de 27.500 como se había anunciado. Incluirá la congelación de los salarios de los funcionarios durante dos años, la obligación de facturar todos los servicios por encima de los 3.000 euros y la restricción de los pagos en metálico.

Berlín también prepara sus ajustes, con los objetivos, pendientes de confirmar, de reducir los subsidios del Estado y abolir exenciones fiscales y reformar los subsidios de paro y las prestaciones sociales.