La recuperación económica en los países de la OCDE aparece ahora más sólida que en noviembre pasado, según su informe semestral de perspectivas, en el que se advierte, sin embargo, de riesgos por un eventual "recalentamiento" de la economía de los países emergentes o por la crisis de la deuda pública.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha revisado al alza las expectativas para sus países miembros, tanto para este año como para el próximo, para dejarlas respectivamente en el 2,7% (ocho décimas más que en noviembre) y en el 2,8% (tres décimas suplementarias).

En su informe difundido hoy, señala que en un contexto de expansión mundial a un ritmo en torno al 4,75%, EE.UU. y Japón están aprovechando más directamente el tirón de las economías emergentes asiáticas que la zona euro, afectada por una fuerte desconfianza de los mercados sobre as cuentas públicas de algunos de sus países.

La zona euro habrá de conformarse con un aumento de su Producto Interior Bruto (PIB) del 1,2% en 2010 y del 1,8% en 2011, frente al 3,2% para cada uno de esos ejercicios en Estados Unidos.

Dentro de los países de la moneda única, tres de ellos seguirán sufriendo un recorte de su PIB este año: Grecia (-3,7%), Irlanda (-0,7%) y España (-0,2%).

El secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, subrayó hoy que las turbulencias de los mercados en los últimos meses han puesto en evidencia la necesidad de una mayor coordinación de las políticas de los países de la zona euro, que deberían constituir "una unión fiscal de facto".

El diagnóstico de la organización es que, aunque el plan de salvamento del euro ha calmado las turbulencias de los mercados, "la debilidad de la región está lejos de estar solucionada", porque los anuncios de los planes de ajuste pueden no ser suficientes para restablecer la credibilidad, sino que se tienen que aplicar.

Para la OCDE, el principal reto que afrontan ahora sus países miembros es la consolidación fiscal, y eso tiene que venir en primer lugar del recorte de los gastos, pero preservando los que favorecen el crecimiento, como los programas de innovación o de educación.

Tampoco descarta el recurso las subidas de impuestos, aunque en este caso el consejo es que deben centrarse en los que son "los menos dañinos para el crecimiento", es decir, los que gravan el consumo y las emisiones contaminantes.

Otro de los grandes riesgos que pesa sobre la economía global, y que se ha incrementado desde finales de 2009, según los autores del estudio, tiene que ver con la velocidad y la magnitud de los flujos de capitales en los mercados emergentes.

En concreto, se trata de un posible recalentamiento de países como China e India que se tendría que evitar con cambios en sus políticas monetarias para evitar espirales inflacionistas y la creación de burbujas en algunos sectores a consecuencia de una sobrevaloración de los activos.

A ese respecto, la OCDE se pronuncia a favor de una flexibilización del tipo de cambio del yuan, porque eso aliviaría la presión sobre la política monetaria china y ofrecería más margen para combatir la inflación interior en el gigante asiático.

Los autores del informe alertan de que están volviendo a ampliarse los desequilibrios financieros globales, en buena medida por los excedentes comerciales de China, y que la respuesta debe venir, en particular de una instancia como el G-20, de una combinación de políticas macroeconómicas, estructurales y de tipos de cambio.

En esa línea, el economista jefe de la OCDE, Pier Carlo Padoan, ha recordado que las recientes turbulencias en los mercados con motivo de la deuda soberana en Europa sirve para recordar que "el periodo de inestabilidad financiera significativa que empezó en agosto de 2007 no ha terminado todavía".