Oviedo, M. M.

La escalada en el recibo de la luz ha sido imparable en los últimos años. Desde 2006, y a la espera de conocer la próxima subida, la factura se ha encarecido el 31 por ciento.

El punto de inflexión se produjo precisamente en 2006, cuando el recibo subió el 5,92%. Desde entonces no hubo tregua. En 2007 el incremento fue del 6,1%, del 9% en el año 2008 y del 5,6% en 2009.

En lo que va de año 2010 el recibo subió en enero un 2,6% para los hogares y pequeñas y medianas empresas acogidos a la tarifa de último recurso. En julio los precios se congelaron, pero en realidad la factura subió otro 2% con la entrada en vigor de la subida del IVA. En números redondos, el 4,6%, mientras que el IPC del mes de septiembre se situó en el 1,8 por ciento.

La Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) advirtió ayer precisamente de que con la nueva subida «los precios de la electricidad volverían a subir este año muy por encima del actual IPC».

El problema «es aun mayor» si se tiene en cuenta que los sueldos, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), subieron en el segundo trimestre del año un 0,4% de media y que el IPC en ese mismo período creció el 1,6%, apunta la organización.

Y «mayor» también si a ello se añade «que el paro sigue en cifras elevadas» y que «se congelarán las pensiones». Es decir, añade en un comunicado, que mientras los ingresos de los consumidores bajan, los recibos siguen al alza.

Tarifas de peaje

Comprenden todos los costes regulados del sistema y las fija el Gobierno. Algunos de los capítulos más importantes que corresponden a este apartado son las retribuciones de las empresas de transporte y distribución, las primas a los productores de energías renovables y los gastos asociados al déficit de tarifa, que es la deuda pendiente con las eléctricas por el desfase entre costes e ingresos.

La energía consumida

Este coste es el que se determina con los resultados de la subasta que protagonizan cada tres meses las empresas comercializadoras. Este apartado viene a ser, aproximadamente, la mitad del recibo de un hogar medio. Es precisamente en este apartado donde, al depender de los mercados, se repercute el incremento de los precios de las materias primas. De ahí que la subida del recibo fuera previsible.