Pablo GALLEGO

Dos inmunólogos -un doctor en química y un médico-, un catedrático de Química Analítica y cinco jóvenes investigadores componen el equipo de la primera empresa española que, desde Asturias, ha conseguido acercar la investigación universitaria y la atención hospitalaria. Carlos López Larrea y Agustín Costa -especialista en el sistema inmune, uno, y referente en el campo de los sensores químicos, el otro- son los fundadores de Healthsens, una compañía que entre la Universidad de Oviedo y el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), y sin cumplir un año de vida, «ha unido dos mundos» para convertirse en la primera «spin-off» hospitalaria de España. La avanzadilla de la relación entre el mundo académico, el asistencial y la empresa. Con ella, LA NUEVA ESPAÑA inicia una serie que muestra la incipiente revolución empresarial que recorre los laboratorios de la Universidad asturiana.

El olor a hospital y un papel pegado en la puerta con el nombre de la empresa, Healthsens S. L., dan la bienvenida al laboratorio en el que trabaja el equipo de Larrea, Costa y Vázquez. Tras una pequeña reforma, la empresa se instaló en la cuarta planta del edificio que acoge el centro de transfusiones, entre el Hospital Central y el aparcamiento trasero del centro Materno-Infantil.

Healthsens quiere ser una empresa solvente, generar beneficios. Pero también ayudar a las personas mediante el diseño de herramientas capaces de facilitar «el seguimiento, el diagnóstico y el pronóstico» de enfermedades de gran prevalencia, explica el inmunólogo. Aquellas que afectan a un mayor volumen de la población. En su caso, la enfermedad celíaca, la insuficiencia renal y el cáncer de próstata. «Lo que más dinero ahorra a la Sanidad es la prevención», afirma convencido.

Para lograrlo cuentan con el apoyo de otras de las empresas salidas de la Universidad. Compañías como Dropsens o Micrux, especializadas en miniaturizar dispositivos de análisis para llevar, como Costa repite a modo de mantra, «el laboratorio en el bolsillo». En este caso, el reto técnico es buscar aplicaciones clínicas a los chips de análisis químico. «Pasar de una tecnología básica a una tarea tremendamente aplicada», explica el catedrático.

Desde la sala de reuniones conectada al laboratorio, acompañado por sus más estrechos colaboradores y pendiente del trabajo diario en el servicio de inmunología, Larrea describe el proceso con el que pretenden «diagnosticar la enfermedad celíaca antes». Mediante marcadores genéticos, el equipo trabaja en un sistema capaz de «simplificar el actual método de diagnóstico» a través de la detección de anticuerpos relacionados con esta patología. Una enfermedad que, según los últimos estudios, sólo en España afecta a una de cada cien personas.

En el futuro, el kit de diagnóstico de Helthsens permitirá, según el inmunólogo, «descentrar el análisis y llevarlo a los centros de salud». Algo similar a lo que esperan lograr para el seguimiento de los pacientes con insuficiencia renal. Igual que los diabéticos pueden controlar su nivel de glucosa en sangre con un pinchazo en el dedo, la empresa trabaja en un biosensor que, del mismo modo, detecta la creatinina, un producto de desecho del metabolismo utilizado para controlar el funcionamiento del riñón. «La idea es que cada paciente pueda controlar sus niveles y transmitirlos al hospital a través de telemedicina», adelanta Antonio López Vázquez, médico inmunólogo del equipo de Healthsens.

Para la lucha contra el cáncer de próstata -el segundo más común en varones, según las estadísticas-, los científicos perfeccionan un «biosensor electroquímico». Un dispositivo que, según López Larrea, será «el primero de este tipo a nivel mundial» para diagnosticar esta patología a través de dos biomarcadores característicos de este tipo de cáncer: la PSA total y la PSA libre.

«Si todo sale bien, esperamos tener un prototipo para principios del año que viene», afirma con cautela Graciela Martínez, una de las trabajadoras de Healthsens. El trabajo está «bastante avanzado», pero los problemas pueden aparecer en cualquier fase de la investigación.

De las tres empresas en las que Costa participa, Healthsens -con tres empleados en plantilla y dos colaboradores- es la más joven, con menos de un año de vida. Tras una inversión inicial «de unos 200.000 euros» -entre promotores, inversores privados y ayudas-, que sirvieron «para montar el laboratorio y arrancar», las prioridades pasan por sacar al mercado un kit de diagnóstico «lo más pronto posible» y «depender sólo lo imprescindible de las ayudas públicas».

Ellos han sido los primeros, pero hay otros hospitales que empiezan a animarse. «Por todos lados hay gente que descubre cosas, pero además de publicar los descubrimientos no sabe qué hacer con ellas», apunta Gabriela. «El paso es darse cuenta de que tienes algo que se puede vender, pero las trabas burocráticas son inmensas». Por eso agradecen el apoyo del consejero de Salud del Principado, Ramón Quirós; y del gerente del Hospital, Mario González, «a la hora de facilitarnos el trabajo», añade López Larrea.

Con la secuenciación genética masiva de enfermedades en pleno avance, la intención del grupo de investigadores es «aplicar esta tecnología a cada nuevo biomarcador que pueda aparecer». Nuevas líneas de desarrollo podrían abordar marcadores para el diagnóstico precoz del infarto de miocardio o de las infecciones agudas. «El horizonte es enorme», vislumbra Costa, «pero las margaritas hay que empezar a deshojarlas una a una». No obstante, una de ellas les atrae de forma especial: el Alzheimer, uno de los grandes males que azotan a la población, es un gigante con el que están dispuestos a enfrentarse.

A través de «un inmunosensor triple», similar al que desarrollan para el cáncer de próstata, los pioneros de Healthsens aspiran a facilitar el diagnóstico precoz de «la enfermedad del olvido». «Esos tres marcadores comienzan ahora a utilizarse en clínica», explica López Larrea, pero para ello es necesario extraer mediante punción una muestra del líquido que baña el encéfalo y la médula espinal. «Nosotros queremos hacer lo mismo, pero a través del suero o el plasma», sueña el inmunólogo.