Oviedo / Washington,

M. M. / Agencias

«No creo ni por un segundo que los cargos contra mi esposo puedan ser ciertos. Le han tendido una trampa». Estas palabras las escribió Anne Sinclair, la esposa de Dominique Strauss-Kahn -conocido en Francia como DSK-, cuando no habían pasado ni 48 horas de la detención del director general del FMI en un avión en el aeropuerto internacional de Nueva York. Una semana después está acusado formalmente de siete delitos por agresión sexual e intento de violación que le podrían suponer hasta 75 años de prisión en Estados Unidos. Anne Sinclair estaba en París, y tras escribir en su blog voló en un avión privado a Nueva York, para supervisar personalmente la defensa de «Domi», como llama cariñosamente a su marido. Él, por su parte, en la carta de dimisión que envió al FMI, aseguraba que en su decisión influía pensar en su mujer, «a la que quiero más que nada».

Anne Sinclair nunca quiso reconocer las múltiples y continuas andanzas de su esposo, aunque llegaron a advertirla algunas de sus amigas, pero ella siempre hizo oídos sordos... y la vista gorda. Es más, cuentan que llegó a decir que estaba «orgullosa» de que fuera un seductor, porque ésa era una faceta muy importante en política.

La esposa de Strauss-Kahn, de 62 años, es de alta cuna. Su abuelo materno fue un destacado comerciante de arte en la primera mitad del siglo XX y sus cuentas personales ya estaban llenas incluso antes de que naciese. Con el paso del tiempo sólo han hecho que acrecentarse. Licenciada en Derecho y diplomada en Ciencias Políticas, dedicó su vida profesional al periodismo. Durante trece años fue presentadora de un programa de entrevistas en TF1, la televisión pública francesa. Y fue precisamente ahí donde conoció a «Domi», o a DSK, como le han bautizado los medios de comunicación. Era 1989. Ella estaba entonces divorciada y tenía dos hijos. Él iba por su segundo divorcio y era el presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional y diputado nacional en el Parlamento francés desde 1986. Fue un flechazo a primera vista que se convirtió en matrimonio dos años más tarde. Y la famosa periodista abandonó su profesión para dedicarse en cuerpo y alma a seguir y apoyar a su flamante nuevo esposo, al que quería ver dirigiendo los destinos de su país.

Pero el 16 de noviembre de 2006, Strauss-Kahn perdió las primarias socialistas contra su compañera Ségolène Royal, así que tenía que preparar otra estrategia. En 2007, el español Rodrigo Rato abandonaría por sorpresa la dirección general del FMI, y ahí surgió la oportunidad. Sólo serían cinco años fuera del país, pero conseguiría el caché y prestigio internacional que le llevaría al Elíseo. Y casi lo consigue, porque Strauss-Kahn estaba ya considerado como el único capaz de enfrentarse y derrotar a Nicolas Sarkozy.

En lugar de eso, «Domi» está acusado de siete delitos y ha conseguido cambiar la peligrosa cárcel de Rikers Island por un apartamento del bajo Manhattan tras pagar una fianza de un millón de dólares y depositar un aval por otros cinco. El edificio está vigilado continuamente por cámaras de vídeo. El economista y político lleva un brazalete electrónico y estará controlado a todas horas por un vigilante armado. No es a lo que estaba acostumbrado, pero es que en la zona alta de Manhattan su entregada esposa no encontró vecinos que le quisieran.