Oviedo, José Luis SALINAS

«Nos lo vendieron como algo muy rentable y seguro, el empleado del banco del que llevamos toda la vida siendo clientes nos dijo que podíamos recuperar nuestros ahorros en cualquier momento. Pero ahora tenemos el dinero en una especie de corralito». Es el relato de uno de afectados asturianos por las llamadas participaciones preferentes, un complejo producto financiero que la banca comercializó sobre todo al inicio de la crisis.

Ahora el sector financiero a menudo no está abonando el interés prometido (generalmente supeditado al nivel de beneficios de la entidad emisora) y los inversores tampoco consiguen recuperar el capital, porque las preferentes tienen la condición de «deuda perpetua» y sólo pueden liquidarse vendiéndoselas a otro inversor.

La asociación de consumidores Adicae celebró ayer en Oviedo una asamblea con más de una veintena de afectados, en la que anunció que prepara una demanda conjunta contra las 52 entidades que vendieron estos productos. Se estima que en España hay 700.000 perjudicados.

«De momento el banco no nos da ninguna solución, y no tenemos acceso a nuestro dinero», señala el afectado, que prefiere reservar su identidad. Y añade: «Nos lo vendieron como un producto que tenía mucha demanda. Nunca habíamos jugado en Bolsa ni invertido en nada». Las denominadas participaciones preferentes son una especie de híbrido entre la renta variable y la fija. El cliente que haya comprado este tipo de producto no podrá recuperar su dinero a no ser que él mismo o su entidad financiera encuentren un inversor que esté dispuesto a comprarle sus participaciones. Es lo que se llama mercado secundario, que suele ser menos líquido para las preferentes que para otros valores, sobre todo en el actual contexto financiero.

«Te venden la moto de que es muy fiable», señala Carlos S., otro de los afectados que ayer participó en la asamblea. «A mi cuñado y a mí nos hicieron la operación en 1999, y ahora hemos perdido parte del dinero y encima hasta diciembre no podemos tener acceso a él», asegura. Y añade: «Si queríamos recuperar los fondos forma inmediata perdíamos la mitad».

Ana Solanas, portavoz de Adicae, explica que la banca intensificó la emisión de este producto en los primeros años de crisis, ya que estas participaciones computan como recursos propios, con lo que conseguían fortalecer sus balances. Sin embargo, las preferentes han perdido la condición de capital de máxima calidad. De ahí que la banca esté ofreciendo a los inversores canjes por acciones que también están resultando polémicos porque, generalmente, no se cubre el valor nominal de las preferentes.

Los portavoces de la asociación aseguran que muchas entidades se aprovecharon del desconocimiento financiero de muchas personas mayores para venderles estos productos. Es el caso de J. M. I., que cuando su madre falleció se dio cuenta que no podía acceder al dinero de la herencia. «Unos años antes de que muriera le hicieron firmar unos papeles que resultaron ser participaciones preferentes», afirma.