Gijón, M. CASTRO

La «hibernación» de la regasificadora de El Musel congela el único proyecto que seguía adelante del polo energético del puerto gijonés, que fue el gran estandarte del Gobierno de Vicente Álvarez Areces para justificar los trabajos de ampliación, una obra que hasta la fecha ha consumido 709,12 millones de euros de recursos públicos (sin IVA), cifra que se ampliará con las obras de urbanización de los nuevos muelles, que no se han ejecutado.

El polo energético contaba con los siguientes proyectos: una nueva terminal de graneles sólidos para mover 25 millones de toneladas anuales de carbón y de hierro, compitiendo con el puerto de Rotterdam en los transbordos de estas mercancías; una nueva terminal de graneles líquidos para mover un millón de toneladas anuales de gasóleo y gasolina; dos plantas de fabricación, exportación e importación de biodiésel; un campo de aerogeneradores sobre el dique de abrigo del superpuerto; la planta regasificadora, con tanques para almacenar 600.000 metros cúbicos de gas natural licuado, y en la explanada de Aboño una de las once centrales térmicas de gas que iban a construirse en Asturias. Ninguno, salvo la regasificadora, llegó a cuajar y ahora cae el último naipe del castillo que, sobre el papel, justificó la mayor obra civil contratada de una sola vez en España.

Éstos son los resultados cosechados: en 2010, con la ampliación en su recta final, un estudio encargado por la Autoridad Portuaria concluía que era inviable económicamente trasladar la actual terminal de graneles sólidos, EBHISA (con capacidad para 17 millones de toneladas), al nuevo muelle norte; el concurso para la terminal de graneles líquidos quedó desierto a finales de 2009; Duro Felguera y el grupo Jiménez Belinchón renunciaron a las dos plantas de biodiésel que iban a hacer en El Musel; el concurso para el parque eólico quedó desierto; nueve de los once ciclos combinados se han caído de la planificación, incluido el de Aboño, y en 2010 se redujo de cuatro a dos tanques de 150.000 metros cúbicos el proyecto de la regasificadora, que ahora recibe otra estocada con su paralización.

Las piezas del castillo energético que se comenzó a diseñar hace una década siguen en el aire, mientras la Autoridad Portuaria está pagando los intereses por créditos que suman 465 millones de euros y en dos años tendrá que comenzar a devolver el principal. La consecuencia será el encarecimiento de las tarifas del puerto para costear una obra que apenas genera recursos: la regasificadora paga un canon anual de 3 millones de euros, pero no va a descargar barcos en años; unas pocas hectáreas de las 145 de la ampliación se están usando para ampliar la zona de descarga de EBHISA, y de las 45 hectáreas del nuevo muelle norte se están habilitando 10 para trasladar allí los movimientos de carbón que Alvargonzález hace ahora en uno de los viejos muelles.