La familia ganadera despide al fundador de Clas y Capsa como a «un líder irrepetible»

Oviedo, L. GANCEDO

Jesús Sáenz de Miera y Zapico dedicó la mayor parte de su longeva vida -casi 92 años, hasta su fallecimiento el viernes en Oviedo- a Central Lechera Asturiana (Clas), organización agraria de espíritu cooperativo que fundó en los años sesenta del pasado siglo y que acabó convertida en el primer grupo lácteo español y, también, en el estribo sobre el que se ha sostenido buena parte de la familia campesina de la región durante décadas muy duras para el sector primario dentro y fuera de Asturias. Ayer, quienes se acercaron a expresar sus condolencias por la desaparición de Sáenz de Miera lo despidieron como «el líder irrepetible» que hizo posible todo aquello.

La capilla ardiente del presidente de honor de Corporación Alimentaria Peñasanta (Capsa) quedó instalada ayer en el tanatorio de Los Arenales, en Oviedo, la ciudad que adoptó a este leonés de nacimiento -natural de Valencia de Don Juan-, que, como recordó Alfonso López, uno de sus sobrinos, se sentía esencialmente de Asturias, «donde hizo su vida, donde consiguió su éxito vital». «Después de haber sido muchas otras cosas, comisario de Policía, licenciado en Derecho, procurador en Cortes..., con 42 años se lanzó a crear Central Lechera, casi una quimera en aquellos tiempos», subrayó también Alfonso López, quien durante unos años trabajó junto a su tío en Clas: «Era un líder que sabía sacar lo mejor de las personas».

La visión empresarial y el compromiso social de Sáenz de Miera -de fuertes convicciones religiosas y afín a la Doctrina Social de la Iglesia- y su capacidad de aglutinar calaron en los ganaderos asturianos por encima de las diferencias que pudiera suscitar su credo político (fue hombre pegado a las estructuras oficiales del franquismo y se proclamaba «joseantoniano»). «Hablaba muy bien, pero también sabía escuchar», remarcó Bertino Velasco, sucesor de Sáenz de Miera en la presidencia de Central Lechera y de Capsa.

Del hombre que pilotó la génesis y las primeras cuatro décadas del mayor grupo agroalimentario asturiano se comentaba ayer que practicó desde el primer momento las recetas de la innovación y la calidad, las mismas que ahora buscan las fuerzas económicas como asideros para sortear la crisis. «Fue un gran impulsor de la innovación, buscaba el contacto con la Universidad y con sus intelectuales», subrayó Javier Echevarría, subdirector general de Capsa, que llegó a la empresa en 1999, cuando Jesús Sáenz de Miera, con 79 años, aún ejercía la presidencia. «Me decía siempre: "Lo importante es la innovación"», rememoró también Echevarría. En la intensa ejecutoria del fundador de Clas hay un hito nacional de la I+D en el sector lácteo: haber puesto en el mercado, a principios de los años setenta, la botella de leche de plástico.

Fue una entre otras decisiones que catapultaron a Central Lechera Asturiana al liderazgo del mercado de la leche. «Tuvo una visión muy adelantada y, partiendo de muy poco, consiguió crear algo muy valioso y consolidarlo durante todos estos años; y se consiguió en Asturias, no en Galicia, Castilla y León u otros territorios que también eran productores muy fuertes», anotó Alberto González, secretario general de la patronal asturiana FADE, que estuvo entre los representantes institucionales, allegados, amigos y familiares que ayer llevaron consuelo a Cari López, viuda de Jesús Sáenz de Miera, en el tanatorio ovetense.

Hoy, hasta las seis de la tarde, continuarán esas muestras de condolencia en Los Arenales y mañana, lunes, en el funeral que se celebrará en la iglesia de San Juan el Real (13,15 horas). La despedida a un «líder ganadero» que «deja un gran vacío en tiempos de mucha dificultad», resumió Pedro Astals, consejero delegado de Capsa.