Gijón, Luján PALACIOS

La pequeña Tania Rojas, con un año y diez meses de vida, aporreaba ayer un pequeño tambor de juguete y gritaba «huelga, huelga». Aún no sabe qué significaban las descargas de petardos y voladores y la marea de personas que ayer se citaron en Gijón para secundar el paro general, pero su padre, Jaime Rojas, educador social en el paro desde hace año y medio, tiene claro que «hay que salir a la calle para quejarse por estos recortes, porque los niños no van a tener futuro por este camino».

Inmersos en una manifestación que contó con dos cabeceras diferentes (la de los sindicatos minoritarios CSI, CGT, CNT Y SUATEA y la convocada por CC OO, UGT y USO), miles de personas protestaron ayer en Gijón contra recortes y despidos. Especial protagonismo adquirieron los trabajadores de Suzuki, pendientes del cierre de la factoría gijonesa. «Tenemos que luchar por nuestro futuro y el de los que vienen detrás», aseguraba Cristian Álvarez, con doce años de trabajo en la fábrica a sus espaldas y acompañado por su sobrina Marina, de dos años y ataviada con el uniforme de trabajo de la marca. Por ahora, los trabajadores siguen sin novedades, indignados por el hecho de que «además de manifestarnos por la huelga, tengamos que hacerlo también por el cierre de nuestra empresa», corroboraba Cristina García, de UGT.

A ellos se unieron las quejas en favor de la escuela pública, la educación, la cultura y la creación de empleo. Porque «la lucha es de todos y en todos los ámbitos», subrayaba Isabel Friera, secretaria general de la Unión de Actores de Asturias. «La cultura también es alimento del pueblo, y nosotros estamos padeciendo la crisis aún con más violencia», se quejaba durante la marcha.

La protesta colapsó el centro de la ciudad durante casi dos horas, y mientras la cabecera de la marcha llegaba a la Plaza Mayor y el Náutico, aún había personas esperando para salir con sus pancartas en la Plaza del Humedal, punto de concentración y partida de los huelguistas. Minutos antes de la partida, cuatro jóvenes fueron detenidos ante la Casa Sindical y conducidos a dependencias policiales por altercados con las fuerzas del orden. El resto de la marcha se convirtió en una oleada humana que denunció, entre otras cosas, «la avaricia de los bancos», el «empobrecimiento» de la sociedad y el recorte de los derechos sociales.