Banquero astur-venezolano, presidente y fundador de Banesco y vicepresidente de su filial Banco Etcheverría

Hijo de leonés y de asturiana, Juan Carlos Escotet Rodríguez, presidente y fundador de Banesco, es el mayor banquero privado de Venezuela. Desde el año pasado es también vicepresidente del banco gallego Etcheverría, el más antiguo de España, cuyo control mayoritario ha asumido y con el que ahora acaba de implantarse en Asturias, una tierra a la que está muy vinculado por razones familiares y emocionales, muchas vivencias y una relación que prolongan sus hijos y nietos. «Nunca rompo con mis raíces», afirma. Banesco opera en siete países, tiene su sociedad «holding» y de cabecera en España y su presidente es un banquero de profesión y de vocación que comenzó en el sector como empleado, con 16 años, mientras estudiaba.

-¿Cómo se pasa de bancario a banquero?

-Venezuela es una tierra de oportunidades. Muchos de los españoles, italianos y portugueses que llegaron tras la II Guerra Mundial acabaron siendo grandes empresarios. Mi padre tenía una pequeña empresa, éramos clase media y ocho hijos. Vivíamos con modestia. Empecé a trabajar en el Banco Unión de recadero mientras estudiaba por la noche. Terminé el bachillerato, hice Económicas en la Universidad Católica Andrés Bello, de Caracas, y el posgrado, en la de Miami. Mis padres tenían el empeño de que todos los hijos estudiásemos. En la banca encontré mi vocación de forma temprana, y esto es una suerte y un privilegio porque no siempre es fácil que ocurra y no siempre se acierta. Mi primera gran oportunidad profesional me llegó cuando, con 23 años, me ofrecieron ser consejero delegado de un banco de inversión. Luego me dediqué a hacer operaciones bursátiles de forma independiente con una sociedad propia. Esto ocurrió coincidiendo con el desarrollo, en 1986, del mercado de capitales. En cinco años fuimos líderes y esto nos dio la base patrimonial para volver a la banca, que siempre fue mi objetivo y mi aspiración. Compramos Bancentro, que era un pequeño banco (el 38º de 41). Lo desarrollamos y aprovechamos la privatización de las entidades de ahorro y préstamo (equivalentes a las cajas de ahorros) para adquirir entidades líderes en distintos territorios y, mediante una fusión, crear un banco nacional. Creamos Banca Familia y absorbimos al Banco Unión, en el que empecé a trabajar y que era un gigante dormido. Estoy muy orgulloso de ello. El actual Banesco es el resultado de 10 procesos de fusión y 15 marcas bancarias.

-¿Cómo lo han digerido?

-Fue un proceso duro. Y lo más importante y difícil es fusionar diferentes culturas corporativas porque el capital humano es lo más relevante en cualquier empresa y más en una de servicios.

-¿Cuál es su modelo de banca?

-Me gusta la banca aburrida, la de siempre: captar ahorro y prestar dinero. No creemos en la banca exótica. Se trata de manejar bien los plazos a los que captas los recursos y a los que los prestas y combinar una banca tradicional con un política rigurosa de riesgos. Ésta es la clave del éxito y la banca del futuro.

-Banco Etcheverrría ¿seguirá ese modelo?

-Ya lo hacía desde que se fundó hace casi 300 años, y por eso coinciden nuestras filosofías. Ahora, la compra de oficinas a Nova Galicia Banco nos permite salvar empleo y ganar tiempo para avanzar en la expansión del Banco Etcheverría. Hasta el momento estaba muy focalizado en Galicia y ahora se va a expansionar por la Cornisa Cantábrica y la zona norte y otros lugares, como Canarias, también con una importante colonia de emigrantes en América, lo que nos permitirá actuar de puente entre ambos continentes para nuestros clientes porque tenemos la visión de los dos mundos. Etcheverrría abrirá oficinas en Venezuela, México y Miami.

-¿Reactivarán el crédito?

-Tenemos vocación de salir a dar crédito. Nuestra apuesta es fuerte. Banco Etcheverría tiene la mayor tasa de liquidez del sistema financiero y a ello se suma ahora nuestra aportación. Familias y sobre todo pymes pequeñas son nuestro objetivo. Etcheverría estaba muy volcado en pymes; las oficinas de Nova Galicia, más en familias, y ahora vamos a reequilibrar más hacia las pymes, que es donde es más urgente el crédito y cuya insuficiencia es lo que está ralentizando la recuperación económica española.

-¿Confía en España?

-Creemos que el año próximo España crecerá en torno al 0,9%. Es importante retomar la senda del crecimiento. Para Asturias prevemos un aumento del PIB del 1% ó 1,2%.

-No es catastrofista.

-En absoluto. España es un país inmerso entre los de referencia económica mundial. Hay grandes empresas y pymes compitiendo en el mundo. A veces no apreciamos lo que tenemos y se ve mejor desde fuera.

-En España hay malestar social con la banca. ¿Les inquieta?

-La banca se basa en fiducia y, sin confianza, lo tenemos difícil. hay que superar ese cuestionamiento. Y no es justo generalizar. Ha habido problemas que nunca deberían haber ocurrido pero la banca también ha ayudado al vigoroso crecimiento español. España no tiene nada que ver con la de hace 30 ó 40 años. Ha habido un salto enorme a mejor y a eso ha contribuido también el sector financiero. Otra cosa es que se gastó más de lo que se podía, hay desequilibrios y ahora hay que recortar. Y que las cajas se excedieron más y tuvieron problemas de gobierno corporativo. Pero hoy España tiene capacidad instalada para financiar el próximo impulso económico. Hubo excesos pero el dinero no se disipó. Hay infraestructuras, industrias y polígonos empresariales envidiables y un gran capital humano. España debe frenar la fuga de talento porque en él está el poder transformador.

-¿Se restablecerá el crédito?

-No hay otro camino. Para ganar dinero la banca tiene que prestar. Los bancos tuvieron que preservar su liquidez, pero ahora, en puertas de la recuperación, la mejor manera de preservarlo es prestándolo y para que, mediante la intermediación, aumente también el pasivo.

-¿Les inquietan las nuevas exigencias de solvencia como Basilea III?

-Después de un «tsunami» financiero, el regulador, escaldado, tiende a aumentar el control. Pero hay que tener cuidado para que las exigencias no aumenten los costes porque eso o reduce los márgenes o encarece el crédito. Y para no depender de otras actividad no bancarias la banca debe tener un margen de intermediación. Y en España es pequeño. Hay que buscar el equilibrio para no comprometer el futuro. La solvencia no sólo se garantiza con un exceso de control.

-¿Hay que limitar la ingeniería financiera?

-Lo que no se tenía que haber hecho es comercializar a personas desconocedoras productos de inversión sofisticados y que no se entienden, como derivados, como si fuesen de ahorro. Y hay que volver a la banca tradicional de siempre. Pero los mercados de capitales son necesarios porque permiten la financiación a largo. El banquero debe ganar dinero con la intermediación y con ingresos adicionales, como banca-seguros, y ofrecer otros servicios pero de forma complementaria. Pero esto se invirtió y se hizo más banca de inversión que tradicional.

-La banca tuvo que enfrentarse a tipos de interés reales negativos. ¿Pudo influir?

-Hubo una intoxicación monetaria que vino a España, se trajeron capitales y la competencia llevó a tipos negativos, que es lo que no debe ocurrir. Hay que volver a la mesura, la moderación y el reequilibrio. Por eso hay que respetar los márgenes bancarios y garantizar la rentabilidad.

-¿Y las comisiones?

-Hay ingresos que son recurrentes y razonables porque el servicio bancario tiene costes. Esas comisiones sí son legítimas. Pero en ventas de fondos y otras operaciones, empezaríamos a salirnos.

-¿Habrá más fusiones bancarias en España?

-Sí. Y ahí vemos oportunidades. No venimos a competir con los bancos de miles de millones, pero éstos dejan espacios para la banca más cercana. La concentración era inevitable: fue la mejor forma de saneamiento y a menor coste. Pero todas las regiones quieren tener un banco local y cercano. Vamos a apostar por eso.

-Las fusiones ¿no generarán un oligopolio bancario?

-Hay capacidad defensiva. Quedan bancos medianos y pequeños. Se han cerrado 9.000 oficinas y se cree que se suprimirán otras 7.500. Otros creceremos para ocupar ese espacio.

-¿Por qué reclama más ética a la banca?

-A todas las empresas hay que exigirles lo mismo que a los ciudadanos. La rentabilidad no está reñida con la solidaridad y la sensibilidad. No basta con generar empleo. Se necesita un ejercicio ético. Hay que ser un modelo de buena gestión.

-Pide una banca que luche contra la pobreza. ¿Cómo?

-La mejor forma de progreso social y de combatir la pobreza es dando crédito. En Venezuela lo hicimos con 250.000 personas y negocios que estaban orillados por la banca. No tenían ni balance. Nosotros desarrollamos un modelo que nos permitiera medir su capacidad de pago. El resultado fue que se integraron en la economía bancarizada, dispusieron de financiación y cumplieron con una tasa de morosidad que ha sido la menor del resto de clientes, que ya de por sí era baja.

-¿Cuál es su relación con el Gobierno venezolano?

-Un banquero listo no pelea con su Gobierno. En todas partes hay momentos de tensión porque siempre se espera más de los banqueros. Buscamos la armonía y cumplir las normas.