La celebración que trabajadores de Coca-Cola protagonizaron anteayer al conocerse la anulación de los despidos tuvo un precedente en mayo, cuando otro tribunal, en este caso el Superior de Justicia de Asturias (TSJA), desechó el expediente de regulación de empleo de otra multinacional norteamericana, Tenneco. Supuso entonces un triunfo histórico para los 216 trabajadores de la planta gijonesa de amortiguadores que la firma pretendía cerrar en una decisión "irrenunciable".
En su caso, la plantilla de Tenneco plantó batalla sin cuartel a la empresa. Se negó desde un principio a negociar condiciones de despido en una apuesta tan arriesgada como firme por el mantenimiento de la factoría. Y les respaldaron los jueces. En febrero, el TSJA estimaba el recurso presentado por los trabajadores contra el ERE. Los petardos resonaron en la factoría tomada por los despedidos para celebrarlo.
Fue una resolución judicial contundente, retirándole cualquier atisbo de razón a la firma. Y acusándola de "fraude de ley" y "mala fe" en el proceso negociador de los despidos. La juez penalizó que Tenneco no contemplase en ningún momento alternativa alguna al cierre. Y eso que los trabajadores le plantearon el informe de una auditoría externa que recomendaba aplicar ajustes pero no cerrar la planta.
No fue la única victoria en los tribunales. Previamente, el TSJA dictó, como medida cautelar, la prohibición del traslado de la maquinaria y tecnología de la fábrica gijonesa. Y ha obligado a la ejecución provisional de la sentencia que anuló el ERE mientras el Supremo dirima sobre el recurso interpuesto por Tenneco. Así, los trabajadores están ahora cobrando su salario mensual, pese a que no han sido reincorporados por el momento a sus puestos de trabajo. Algo que previsiblemente ocurrirá, porque, en su caso, la intermediación de la Unión Europea (UE) hizo recapacitar a la multinacional norteamericana y reconsiderar el cierre de la fábrica. El caso de Tenneco, sin duda, ha marcado un precedente.
