Severino García Vigón se atribuyó la responsabilidad exclusiva en los tres delitos fiscales que se le atribuyen, al igual que a dos de sus hijos, en la gestión de la sociedad familiar Enastur y eximió a éstos de culpa. En su última intervención antes de que el proceso quedase visto para sentencia, Vigón alegó que el fraude no obedeció al afán de enriquecimiento sino de mantener el empleo y una empresa con "más de 40 años". Admitió que fue un proceder "erróneo y equivocado" y recomendó al empresariado que pague los impuestos "aunque la empresa y los trabajadores se tengan que ir al carajo". Pidió perdón "al conjunto de la sociedad española" y a las "instituciones" de las que fue presidente o miembro por "el daño causado". Y alegó que no usó a estas entidades en su beneficio y que restituyó lo defraudado al fisco.