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ANÁLISIS

La banca hizo claudicar a Tsipras

Syriza, contrario al rescate de los bancos, acató los ajustes para impedir que el BCE dejase caer al sector financiero griego

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, claudicó el lunes ante los socios y se comprometió a aplicar medidas de austeridad más duras. Lo hizo para salvar de la quiebra a la banca de su país. En la noche del domingo la delegación griega dijo que estaba "negociando con una pistola en la cabeza". La pistola era la amenaza de que el BCE dejaría caer a los bancos el lunes. Syriza tuvo la ocasión esa noche de aplicar su tesis suprema: "Basta ya de rescatar a los bancos y no a los ciudadanos". Pero una cosa son las pancartas y otra estar a los mandos de un país al borde del abismo. Esa noche, Tsipras exigió que no se pusiera fin a la cumbre sin la firma de un compromiso escrito por las partes que permitiera al BCE mantener la respiración asistida a los bancos griegos. El lunes por la mañana declaró que había aceptado "un acuerdo doloroso", y con el que "no está de acuerdo", para "evitar el colapso del sector financiero". El "corralito" -el cierre de oficinas bancarias decidido por Atenas el 29 de junio- tiene el mismo fin: proteger la solvencia bancaria del pánico financiero y de la fuga de depósitos.

La mayor renuncia de Tsipras fue ésta y no la de haber acatado medidas de austeridad durísimas. Con independencia de que todo esto ya lo sabía desde enero, Tsipras se ampara en el estado de necesidad de un país al borde de la suspensión de pagos y rehén de sus acreedores para justificar el acatamiento de los ajustes a cambio de liquidez. Pero nada le exime de haber protegido a los bancos pudiendo haberlos dejado caer para liberarse precisamente de unas contrapartidas tan severas y para materializar además uno de los principios conceptuales centrales del discurso de Syriza y de las formaciones europeas que le son afines.

En las cumbres del fin de semana y del lunes hubo más desmitificaciones. Rajoy dijo que las medidas exigidas a Grecia son iguales a las que se impusieron a otros países "rescatados" y citó a "Portugal e Irlanda". Angela Merkel dijo lo mismo pero mencionó a "Portugal y España". El rescate de 40.000 millones a España no fue sometido a votación del parlamento español en 2012 (sí lo fue en el alemán), pero ahora sí se va a votar en el Congreso la aportación española de 10.000 millones a Grecia. También se cae la tesis de la democracia directa: Syriza ya no va a someter a referéndum los ajustes que le impusieron en Bruselas. El lunes también se derrumbó otro mito simplista: el que afirma que en la UE manda Merkel. De Guindos tenía su apoyo y no fue elegido presidente del Eurogrupo.

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