Pánico global en las Bolsas. Las señales de debilidad que emite la economía de China desataron ayer el nerviosismo entre los inversores. Esa inquietud se tradujo en una oleada de órdenes de venta y en un fuerte descenso de los mercados, pese a los intentos del coloso asiático de frenar el desplome en sus parqués y de avivar el crecimiento. El índice de referencia en España, el Ibex 35, perdió el 5,01% en su jornada más negra desde agosto de 2012, cuando la crisis del euro convulsionaba los parqués continentales. En el resto de Europa los retrocesos se movieron en unos porcentajes muy similares.

La Administración china lleva semanas tratando de meter respiración asistida a su actividad económica y de frenar el descalabro de sus Bolsas. El Banco Central ya ha realizado tres devaluaciones de su moneda, el yuan, para intentar ganar en competitividad y mejorar sus exportaciones. Al mismo tiempo, Pekín ha tratado de frenar las maniobras especulativas y también de inyectar liquidez a la Bolsa. Ayer autorizó que los fondos de pensiones inviertan hasta un 30% de sus patrimonios en renta variable. Pero ni por ésas. La posibilidad de que el frenazo chino provoque una recaída en la crisis global ha encendido todas las alarmas.

Los inversores europeos amanecieron conociendo que las Bolsas chinas habían registrado nuevas y fuertes caídas. La de Shanghai retrocedió un 8,5% y la de Shenzhen se dejó un 7,8%. Un desastre bursátil en una de las economías más grandes del mundo azuzado por el hecho de que la industria del país registró su peor índice de actividad de los últimos 77 meses. Mal augurio para la actividad del país, que en el segundo trimestre creció un 7% en comparación anual, y un 1,7% con respecto al trimestre anterior, avances modestos para China y que delatan el enfriamiento de una economía que durante lustros creció a ritmos medios superiores al 10% anual.

La brusca caída con la que abrió Wall Street en EE UU aceleró el pánico en Europa. Nada más abrir sus puertas, el parqué neoyorquino bajó un 6%. Ese retroceso llevó al Ibex a caer hasta el 7% un par de horas después de que se cerrara la sesión. Fueron momentos de alta tensión. A medida que avanzaba la jornada al otro lado del Atlántico la situación de los mercados tendía a mejorar, por lo que las pérdidas en el Viejo Continente también se aminoraban.

Aun así, la tormenta dejó un rosario de pérdidas multimillonarias. En Europa, la Bolsa de Milán descendió casi un 6%, la de París se dejó un 5,35%, la de Fráncfort, un 4,7% y la de Londres perdió un 4,67%. En Grecia, donde el riesgo de contagio chino se entremezcla también con su propia crisis interna, el parqué sufrió unas pérdidas superiores al 10%.

En el mercado de deuda, la prima de riesgo española se colocó en 143,9 puntos básicos, con la rentabilidad del bono a diez años en el 2,019%. Mientras, en el de divisas, el euro se intercambiaba a 1,1476 dólares. Con las pérdidas de ayer, el Ibex entró en números rojos anuales. En lo que va de año acumula unas pérdidas del 5,08%, retrocediendo a los niveles que tenía por enero.

Los analistas consideran que sería esencial conocer cuál es la magnitud del parón en la economía china para poder predecir lo que puede ocurrir en los mercados durante los próximos días. Los expertos aseguran que no sólo preocupa el frenazo que se vislumbra en Asia, sino las implicaciones a nivel global que esto puede conllevar. De manera especial, el hundimiento que ya se está produciendo en el precio de las materias primas, que impactará sobre otras economías emergentes productoras y sobre grandes compañías dedicadas al negocio de las llamadas "comodities". El petróleo dio ayer una nueva señal: el barril cotizó a 42,69 dólares, el nivel más bajó desde 2009. Y un índice de Bloomberg elaborado con las cotizaciones de 22 materias primas marcó ayer el mínimo desde 1999.