Las bolsas chinas se hundieron este lunes, cuando se temía que hubiera otro "lunes negro" que resultó finalmente ser "gris oscuro", con pérdidas superiores al 5 %, aunque no tan fuertes como en los dos desplomes de la semana pasada.

A pesar de su relativa estabilización el pasado viernes, el índice general de Shanghái, el referencial del mercado chino, cayó un 5,32 %, con lo que ha perdido ya un 15,3 % en seis jornadas de cotización en 2016, lo que se ha comido con creces la subida total del 9,4 % que acumuló en 2015.

Los derrumbes del lunes y el jueves de la pasada semana se explicaban en gran parte por el temor de los inversores a que hoy fuera un "lunes negro", al desbloquearse un billón de acciones que no podían salir al mercado desde la crisis del verano pasado, y que quedaban liberadas esta mañana, aunque al final hubo ciertos límites a ese desbloqueo.

Finalmente, fruto de las medidas de Pekín en los últimos días, el "lunes negro" no fue un batacazo tan fuerte como se temía hace unos días, pero sí dejó caídas considerables incluso para los a menudo volátiles parqués chinos (Shenzhen cayó aún más que Shanghái, un 6,21 %).

Las caídas en los mercados chinos volvieron a contagiar al exterior: En Hong Kong, vinculada parcialmente a Shanghái, el índice Hang Seng cayó hoy otro 2,76 %, mientras que Seúl se dejó un 1,19 % y Bangkok un 0,78 %, si bien Tokio se salvó por ser festivo.

La estabilización del viernes fue empujada por Pekín, a través de sus corredoras y empresas estatales, que ya son conocidas irónicamente en círculos financieros como la "selección nacional", y a las que pidió una vez más comprar acciones para aupar al mercado.

No está claro si esa intervención se produjo hoy, aunque en el mercado se da por hecho que tendrá lugar si las cosas vuelven a complicarse.

"La 'selección' aparecerá otra vez esta semana si hay nuevos desplomes, pero esas intervenciones sólo distorsionarán el mercado aún más", vaticinó Jeffrey Chan Lap-tak, socio de la firma de inversiones hongkonsea Oriental Patron Financial, al diario independiente "South China Morning Post".

El otro factor de las subidas de los mercados del viernes fue la suspensión del mecanismo interruptor del mercado que había comenzado con el nuevo año, después de que forzó dos cierres en sus cuatro primeros días de vigencia.

Para bastantes analistas, la intervención de Pekín sólo está postergando la inevitable corrección que deben sufrir las bolsas chinas de los efectos de la gran burbuja bursátil que se formó entre la segunda mitad de 2014 y la primera de 2015, una larga racha alcista que disparó las inversiones y el apalancamiento.

Cuando la burbuja pinchó, sólo una batería de medidas de intervención directa e indirecta de Pekín (como las limitaciones de vender acciones, recién extendidas ahora hasta abril) consiguió frenar la sangría.

En efecto, para algunos estudiosos, como señaló a Efe el especialista en mercados financieros Rui Meng, de la escuela de negocios sino-europea CEIBS, el mercado no se estabilizará probablemente hasta que ronde al menos unos "más razonables", en el entorno de 2.800 puntos en Shanghái (que hoy cerró en 3.106,7).

Coincide con él la corredora Haitong, que en un comentario anotó hoy que prevé que la "pesadilla" bursátil continúe en los próximos días, "dadas las débiles perspectivas económicas, la presión hacia la depreciación (de las acciones) y la baja rentabilidad corporativa".

Las ganancias del viernes pasado, concluye, fueron "limitadas", ya que "mucha de la volatilidad fue causada más por la intervención del Gobierno que por los fundamentos" de la economía.

Con todo, AXA Investment Managers cree que los actuales desplomes serán temporales, porque después de todo son los márgenes de beneficios los que sostienen al mercado de valores, y desde luego "China no está al borde del colapso", apuntó.

Para la firma de análisis Capital Economics, "al contrario de lo que dicen muchos titulares, los datos económicos no muestran signos de deterioro importante" en la economía del gigante asiático.