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ANÁLISIS

Dejar atrás la España clientelar

Las pasarelas entre el poder político y el económico

Cuando se mueven las "puertas giratorias" es frecuente encontrar dentro un exministro español. O uno francés o un ex comisario europeo o un expresidente de la Reserva Federal de EE UU. Como Ben Bernanke, que añadió a su sueldo vitalicio dos contratos con grandes fondos de inversión internacionales, que habrán comprado el conocimiento y la experiencia del economista de Harvard, pero también su agenda de contactos y su capacidad de influencia.

El capitalismo está salpicado de pasarelas tendidas entre los lugares donde se ejerce formalmente el poder político y aquellos donde reside el poder económico y financiero. Funcionan en la dos direcciones: los gobiernos fichan como altos cargos a ejecutivos que proceden de la banca o de la industria y las puertas de los consejos de administración y otros despachos de las grandes empresas se abren para políticos en retirada.

Puede argumentarse que la actividad política es efímera y que las personas tienen que ganarse la vida. También, que las empresas pueden aspirar legítimamente a contar con aquellos antiguos servidores públicos que sobresalgan por sus talentos. Esa es la versión "naif". La más cruda es que las pasarelas llevan por lo común a los despachos de aquellos sectores que más dependen del BOE (energía, construcción, telecomunicaciones...) y que suelen estar tendidas como parte del proceso que los anglosajones llaman "la captura del regulador", una amalgama de intereses y de contactos entre el poder político y las empresas concernidas por sus decisiones que las tuerce en su beneficio y en menoscabo del interés general.

Trinidad Jiménez, exministra de Asuntos Exteriores, fichará por Telefónica, compañía con una actividad muy directamente afectada por el BOE y una de las que más políticos retirados tiene o ha tenido en nómina. Jiménez no entrará como consejera, sino en calidad de empleada, y dejó sus cargos públicos hace más de dos años (el plazo mínimo que marca la ley española de incompatibilidades), como ha enfatizado el PSOE para argumentar que no se trata de un caso de "puertas giratorias".

Con independencia de ello, el trajín de las pasarelas en España y la sólida sospecha de que en bastantes situaciones sale perdiendo el interés general cargan de razón a quienes (también desde el propio PSOE) demandan reglas más estrictas sobre los fichajes, regular los "lobbies" y defender a ultranza la transparencia. Dejar atrás la España clientelar.

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