En la paradisiaca Polinesia Francesa, al sur del océano Pacífico, construyen con vigas de castaño de los bosques del centro de Asturias. Hasta allí exportó madera el Grupo Siero para las obras de un exótico "resort" para turistas. La empresa sierense es la principal productora y comercializadora de castaño de Europa y una excepción en el limitado sector de la madera del Principado, que en los últimos años ha sufrido graves amputaciones por la "motosierra" de las crisis de la construcción y del mueble en España.

Si el potencial maderero de Asturias tuviera el tamaño de un árbol, el de su industria de transformación apenas tendría el de una astilla. Según los datos que maneja la Consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales, de los 10.602 kilómetros cuadrados de suelo de Asturias, la mitad (5.022) son superficie forestal y de ellos 3.834 monte maderable. Por cada habitante hay 45 metros cúbicos de madera con corteza, más del doble de la media nacional. En la región de los bosques hay una clara descompensación entre el potencial y el aprovechamiento, que los empresarios del sector vinculan con el abandono de los montes y las "excesivas trabas" burocráticas que se encuentran a la hora de desarrollar la actividad forestal. "El clima y la riqueza del suelo de Asturias es ideal para el crecimiento de los árboles, tenemos las mejores condiciones de Europa, pero si no se cuida el bosque, si no hay tratamientos silvícolas, no conseguiremos madera de calidad y sin ella las empresas de transformación no pueden crecer y los rematantes dejan de ser competitivos", señala José Antonio García, vicepresidente de la asociación empresarial Asmadera y uno de los socios de Maderas García Hermanos de Cadavedo, empresa familiar que va por la tercera generación y que es el principal transformador de pino de Asturias.

García Hermanos, que cuenta con 22 trabajadores fijos, compra la madera a propietarios de montes de Valdés y de concejos limítrofes. "Hay madera, pero de baja calidad, lo que nos obliga a ser muy cuidadosos con el tratamiento para poder competir en el mercado", señala García, que añade que sin madera de alta calidad no se puede dar el salto a la exportación y que limitándose al mercado interno -en estos momentos la principal demanda es la procedente de la rehabilitación de viviendas- es difícil conseguir una facturación y unos márgenes suficientes para abordar la compra de montes que garanticen una materia prima de calidad.

De ese círculo que atrapa a las empresas madereras asturianas ha conseguido salir el Grupo Siero, empresa familiar de cuarta generación que tiene sus orígenes en 1927, cuando el minero José María Martínez, empujado por la "huelgona", se vio obligado a buscar trabajos alternativos para alimentar a su familia. Comenzó a dedicarse a la saca y transporte de madera y acabó construyendo un aserradero donde trabajaron todos sus hijos. Es la semilla del Grupo Siero, que actualmente es el principal comercializador de madera de castaño de Europa y exporta casi la mitad de su producción. "El 95% de la madera de castaño que transformamos procede de montes asturianos y parte es de nuestra propiedad. Apostamos por la compra de bosques de castaño con el objetivo de gestionarlos adecuadamente y obtener así la calidad necesaria para la exportación", afirma Pedro Martínez, presidente y consejero del Grupo Siero, al que pertenecen Maderas Siero, dedicada a la corta y primera transformación de la madera, y Siero Lam, centrada en la segunda transformación para fabricar perfiles, tableros, tarimas y vigas laminadas de hasta 13,5 metros de longitud para la construcción.

El grupo Siero, que cuenta con más de 60 trabajadores, tiene sus instalaciones industriales en Argüelles, en Siero, y montes por todo el centro de Asturias. Dos equipos de explotación se dedican al cuidado y aprovechamiento de los bosques de castaño de la empresa, ubicados en Teverga, Quirós, Mieres, Laviana, Lena y Siero. "Cada finca tiene su plan de gestión para garantizar un aprovechamiento sostenible a lo largo del tiempo y obtener una madera de calidad", destaca Martínez, que añade que está demostrado científicamente que los bosques gestionados están más sanos. Además, ese cuidado les permite obtener la certificación forestal FSC, que garantiza la procedencia de la madera de bosques gestionados de forma responsable y el cumplimiento de los estándares desde el monte hasta el punto de venta. "En España aún no se exige de forma regular, pero si quieres exportar tienes que tener esos certificados", apunta Martínez.

El Grupo Siero exporta más del 40% de su producción, pero esa conquista de mercados ha sido, en buena parte, impuesta. Hasta los años noventa del pasado siglo la empresa se dedicaba exclusivamente a la primera transformación de la madera de castaño (aserrado, canteo y secado) y una pequeña parte se iba para el extranjero, a Portugal e Italia. Por entonces el 90% de su madera se destinaba a la industria del mueble y la empresa dio un paso más en la integración vertical con la creación de Siero Lam, fábrica de productos de madera laminada encolada. Con el cambio de siglo la industria del mueble entró en barrena. "En diez años desaparecieron el 80% de las fábricas de mueble macizo debido a las modas y la globalización, la gente prefería gastar en una gran televisión que un buen mueble, y tuvimos que centrarnos en el sector de la construcción. Invertimos en nueva maquinaria y luego estalló la crisis de la construcción en España, con lo que tuvimos que buscar nuevos mercados fuera del país, primero en Europa y después por todo el mundo", afirma Martínez, que destaca que con esa estrategia han conseguido volver a los niveles de ventas de antes de la crisis y empezar a pensar incluso en nuevas inversiones para seguir creciendo.