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El nacimiento de un joven mercado en Asturias

El incipiente sector biotecnológico busca crecer tras superar los recortes en I+D

La veintena de empresas asturianas de este campo aspiran a convertirse en una gran fuente de empleo de alta cualificación

Joven, altamente cualificado y con un gran potencial para crecer. Ése es el perfil del incipiente sector biotecnológico asturiano, que busca ganar músculo y recuperarse del duro golpe que le ha supuesto la reducción de las partidas públicas dedicadas a investigación y desarrollo (I+D). Una veintena de compañías, en las que trabajan poco más de un centenar de personas (todas con estudios superiores y buena parte con doctorados), forma parte de este mercado en el Principado. La gran mayoría de estas empresas ha sido puesta en marcha por antiguos estudiantes e investigadores de la Universidad de Oviedo. Son el mejor ejemplo de colaboración entre el mundo académico y el laboral, que tanto demandan otros empresarios.

En el desarrollo y nacimiento de este sector, en el que se combina una intensa labor de investigación científica con los últimos avances tecnológicos, ha tenido mucho que ver el vivero biotecnológico del Centro Europeo de Empresas e Innovación (CEEI). A su sombra han florecido y crecido dieciséis compañías en los últimos ocho años. Algunas de ellas ya han abandonado el nido de este organismo público y vuelan por libre. "Es un mercado por el que hay una importante apuesta, y que puede ser una gran cantera de empleo altamente cualificado", defiende la directora de esta entidad, Cristina Fanjul.

El empleo que generan estas compañías es, mayoritariamente, altamente cualificado y con unos sueldos bastante elevados. Aunque aún es escaso para conseguir absorber a todas las promociones (van ya tres) que salen del grado en Biotecnología, que implantó la Universidad de Oviedo allá por 2009, se queja Celia Toyos, presidenta de la Asociación de Biotecnólogos de Asturias, que cuenta con 130 miembros. "Aún cuesta encontrar trabajo de lo nuestro en la región, y muchos han tenido que irse a Cataluña, donde hay muchas empresas del sector, o, incluso, a León, donde hay una potente industria farmacéutica", asegura la investigadora.

La propia Universidad de Oviedo aspira a incorporar próximamente un máster en Ingeniería Biomédica, que puede suponer un buen impulso al joven sector.

La patronal nacional del sector, Asebio, asegura en un informe, en el que analiza la salud de las empresas biotecnológicas, que después de dos años de bajón en el negocio (en 2012 y 2013), debido al recorte de los presupuestos públicos en investigación, la facturación de estas compañías ha vuelto a subir con brío y espera que a corto y medio plazo no vuelva a recaer. Aunque el catedrático de Química Analítica de la Universidad de Oviedo Agustín Costa asegura que los efectos del tijeretazo fueron duros.

El docente ha sido el promotor e impulsor de cuatro compañías biotecnológicas asturianas, surgidas de su "modesto" laboratorio universitario. Se trata de Dropsens, "que es ya una empresa de éxito mundial", sostiene Costa, y que se dedica, entre otras cosas, al desarrollo de equipos de tomas de muestras portátiles para otros investigadores; Micrux Fluidic, "más tecnológica que bio, que vende ya en 40 países", añade, y que produce también instrumental de análisis fácilmente manejable; Health Sens, que crea biosensores que pueden diagnosticar algunas enfermedades, y, por último, Nanovex, que explota las llamadas nanovesículas, que, entre otros usos, pueden potenciar los efectos de los fármacos. Todas vuelan ya lejos de las probetas de la Universidad.

Pese a su buena experiencia, Costa reconoce que el salto del laboratorio a la empresa es complicado, pero que el esfuerzo merece la pena. "Hay que perder el miedo. La economía se mueve ya en otros niveles, en los del conocimiento, y no en los del ladrillo", sostiene. De hecho, apunta que "tenemos una cantera de investigadores muy buena, hay una enorme imaginación e inventiva, pero vamos por detrás de otros países por esa cultura nuestra de miedo y de falta de constancia que nos impide dar el salto". Uno de los problemas que observa es que en España se penaliza en exceso el fracaso, mientras que en otros territorios es "un incentivo para seguir intentándolo".

Cristina Fanjul, directora del CEEI, apunta otra de las dificultades del sector biotecnológico. "Son empresas que necesitan un tiempo de maduración algo más alto que el resto", resalta. Precisan, a la hora de ponerse en marcha, una inversión bastante elevada en equipamiento. "Suelen tardar algo más en poder ser rentables", destaca.

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