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Chequeo al tamaño de la actividad manufacturera

La industria busca otra dimensión

El sector asturiano mutiplicaría su producción y empleo si consiguiera una estructura empresarial más cercana a la de Alemania y semejante a las del País Vasco y Navarra

La economía asturiana ha superado su dependencia de actividades ineficientes, después de décadas de dolorosas transformaciones, y dispone de un motor industrial competitivo, pero pequeño, sin potencia suficiente para impulsar un desarrollo verdaderamente vigoroso. Ese diagnóstico, anterior a la crisis y que no ha perdido vigencia con ella, resume una de las ideas sobre Asturias de Joaquín Lorences, catedrático de Fundamentos del Análisis Económico, quien ha profundizado en esa misma dirección con un estudio reciente en el que concluye que el mayor de los desafíos del sector fabril es aumentar el tamaño sus empresas, tarea en la que deberían volcarse, argumenta, las políticas industriales. En ese trabajo se traza un objetivo: que Asturias intente acercar la composición de su tejido manufacturero al modelo de Alemania y, dentro de España, a los de regiones españolas como Navarra y País Vasco.

Lorences hace un ejercicio teórico con el propósito de retratar la trascendencia que tiene la dimensión empresarial para la generación de riqueza en la industria asturiana. Se pregunta qué efectos tendría sobre la producción y el empleo que, sin variar sus actividades y manteniendo el mismo número de sus empresas, el sector tuviera una estructura de tamaños distinta, con menos microempresas y más negocios de mayor magnitud. Algunas de los resultados llamativos se exponen en los siguientes puntos.

El patrón asturiano. La industria está formada ahora por 3.186 empresas repartidas así por tamaños: casi el 84% tienen menos de diez trabajadores (microempresas), el 13% tienen entre diez y cincuenta (pequeñas empresas) y el 3% restante más de cincuenta (medianas y grandes). Es un patrón análogo al promedio del país, con una altísima proporción de microempresas que por lo común tienen menor productividad y más dificultades para innovar y llegar a nuevos mercados que las de mayor dimensión. Con esos mimbres, la industria manufacturera asturiana genera un valor añadido bruto (VAB) de algo más de 1.800 millones de euros al año y ocupa a unas 42.000 personas.

El patrón alemán. La industria alemana es el paradigma de competitividad dentro de Europa y para ello resulta clave la composición de su tejido empresarial, caracterizado por la existencia de una mayor proporción de negocios medianos y grandes y muchos menos de tamaño minúsculo (microempresas). Lorences estima que si Asturias consiguera replicar las proporciones alemanas, el VAB industrial (la riqueza generada cada año) y el empleo casi se triplicarían. En esa hipótesis, la industria regional podría superar los 100.000 empleos, niveles propios de la Asturias de los años 70. Pero para ello tendría por ejemplo que pasar de tener 94 empresas medianas y grandes a más de trescientas.

El patrón vasco-navarro. La industria de las comunidades forales es la que dentro de España tiene una composición empresarial que más se aproxima a la alemana, aunque a sigue a mucha distancia de ella. En ambas regiones, las empresas con más de 50 empleados tienen un peso sustancialmente superior al promedio de España y al que se da en Asturias. Si la industria regional tuviera una estructura empresarial semejante a la de Navarra, el empleo aumentaría el 71% (hasta rondar los 72.000 ocupados) y el producto sería un 80% superior al actual. Tales aumentos serían del 35,5% y del 40%, respectivamente, con una estructura como la vasca.

¿Cómo llegar hasta ahí? La alerta sobre el reducido tamaño de las empresas, incluidas las no industriales, ha ganado volumen en los últimos años. La Federación Asturiana de Empresarios (FADE) ha activado su propio programa (denominado "Increase") para ayudar a empresas a crecer mediante compras, alianzas y acceso a nuevas fuentes de financiación. El último pacto de concertación regional firmado por el Gobierno asturiano y los agentes sociales incluye el compromiso de apoyar la inversión empresarial y particularmente los proceso de fusión y adquisición. Políticas que en 2013 ya demandaba en sus informes el Consejo Asesor de Asuntos Económicos de la Presidencia del Principado.

Tales medidas concuerdan con una parte de las que están pidiendo las organizaciones empresariales al conjunto de la Administración. El Círculo de Empresarios las ha expuesto en un informe donde se sugieren cambios regulatorios que competen al Gobierno central para suprimir o suavizar obstáculos que, según el criterio de ese "think tank", frenan en España el crecimiento empresarial: la disminución de beneficios fiscales cuando se supera cierta dimensión y la mayor intensidad inspectora que Hacienda ejerce sobre esas compañías; la obligación legal de tener comité de empresa y con ello mayor protagonismo de los sindicatos al rebasar los 50 trabajadores o la norma que también exige formular las cuentas y auditarlas con mayor frecuencia y rigor. Aunque el propio Círculo señala otra circunstancia que puede ser leída como un ejercicio de autocrítica: "Ganar tamaño exige una mayor ambición por crecer por parte de los empresarios, lo que requiere una mayor profesionalización y formación de la estructura organizativa". Crecer es también cuestión de liderazgo.

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