Dos cooperativas y una empresa familiar, representativas de distintos modelos societarios, coincidieron ayer en apelar al factor humano de la empresa (con la consideración y la remuneración digna de los trabajadores), la relevancia de su función social, su capacidad para la preservación de valores y la necesidad de priorizar la prudencia en el reparto de beneficios para garantizar la fortaleza y continuidad de los negocios.

Mari Cruz Fernández, presidenta de la cooperativa agraria Campoastur; José María Quirós, presidente de Caja Rural de Asturias, y José Manuel García Suárez, presidente de Grúas Roxu, participaron ayer en el Club Prensa Asturiana, de LA NUEVA ESPAÑA, en la segunda jornada del ciclo de coloquios "La Asturias que funciona", organizado en colaboración con la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Oviedo. El acto fue moderado por Esteban García Canal, catedrático de Organización de Empresas y director del Instituto Universitario de Empresa (IUDE).

José Manuel García Suárez, fundador y presidente de la empresa familiar Gruas Roxu, y dirigente de la patronal sectorial de maquinaria de alquiler, defendió la "recompensa" al esfuerzo de los trabajadores con "buenos salarios". "Soy un convencido de que hay que retribuir bien" a la plantilla "porque, como dice el refrán, 'manos que no dais ¿qué esperáis?'". Tras 37 años de experiencia empresarial, aseguró que el trabajador que recibe "un buen sueldo se implica más en la empresa".

"Mi mayor admiración y respeto es para mis 300 empleados", indicó el empresario, y razonó que los salarios dignos no sólo son buenos para la empresa sino para el conjunto de la economía: "Quiero que la gente gane dinero para que gaste" y genere actividad. García también reclamó un mayor control sobre las cotizaciones sociales de los trabajadores para impedir que se coticen por menos horas de las que realmente se trabajan.

José María Quirós, presidente de la cooperativa de crédito Caja Rural de Asturias, ensalzó el cooperativismo como un "modelo social y económico que funciona y tiene que funcionar" y una de cuyas fortalezas es que "antepone las personas" al negocio. "Su virtud", dijo, "es que prioriza el valor de las personas al valor del dinero" y que busca "el beneficio a largo plazo más que la rentabilidad inmediata". Se trata de una forma de organización "nada anticuada", dijo, y que, aunque es susceptible de mejora, "debe ser preservada". Quirós también reivindicó un tipo de organización en el que "las personas estén reconocidas y no sean meros instrumentos" y en las que se aplique "la justicia y la honestidad".

Mari Cruz Fernández, presidenta de Campoastur y propietaria de una explotación ganadera, defendió la contribución y posibilidades del modelo cooperativo en el ámbito agrario y la importancia del sector primario "para fijar la población rural". Sostuvo que "el campo tiene futuro" y que el cooperativismo tiene una función económica y social relevante en esos territorios.

José Manuel García, que empezó a trabajar a los 14 años, apreció la formación universitaria pero también la que da "la universidad de la vida" porque "el título no basta, y hay que aprender a ganar y a no perder", a rodearse de buenos asesores y a mantener viva la pasión por el trabajo: "Tengo 69 años y no tengo pensado dejar de trabajar".

García postuló "la obligación inexcusable de la empresa de ganar dinero "como condición ineludible pero no tanto para repartir dividendos ("nosotros no lo hacemos; el beneficio va a reservas voluntarias") como para "fortalecerse y ser solvente, crear riqueza y reinvertir". "Si no gana dinero, la empresa crea pobreza", señaló. "El dinero tiene que ser el medio. Pero el fin es crecer y hacer una gran empresa". Sostuvo que gracias a esta política de llevar a reservas los beneficios, su empresa es hoy más solvente y sólida que cuando empezó la crisis económica en 2008.

José María Quirós coincidió en que esta estrategia fue muy útil también a Caja Rural de Asturias: "El beneficio fue fundamental para generar reservas, que nos dio fortaleza cuando llegó la crisis", tanto la de 1977-1985 (que supuso la desaparición 51 bancos privados españoles en ese periodo y 10 cajas rurales en 1984) como la actual, en la que "la fortaleza de los recursos propios nos ha permitido afrontar las dificultades sin ayuda estatal".

En la etapa de crecimiento, bancos y cajas de ahorro protagonizaron, explicó, "una etapa de expansión, con apalancamiento excesivo, que llevó a la crisis". "Las cajas rurales no lo hicieron y acumularon reservas porque en ellas no prima el reparto de dividendos. Estos nos dio una gran solidez", señaló.

El presidente de Grúas Roxu alertó contra "la competencia despiadada", con ofertas a la baja, que se trasladan por toda la cadena y acaba forzando "empleos de mala calidad". "Cuando hay crisis empresariales y procesos concursales, se deja de pagar a Hacienda, a la Seguridad Social, a los proveedores y a otras compañías, y al final lo pagamos todos", argumentó. "Estamos en un sistema de libre mercado, pero si alguien vende duros a tres pesetas, la diferencia la acabamos pagamos todos".

A juicio del presidente de la patronal de grúas de alquiler, estos problemas "deben ser resueltos por los empresarios y no podemos pretender que lo hagan los trabajadores".

Mari Cruz Fernández, que vivió la experiencia de la integración en Campoastur de seis cooperativas asturianas, desveló, tras el recorrido hecho desde entonces por el grupo, que sus partícipes lamentan no haberlo realizado antes o más rápido. La unión, dijo, permite "reducir costes unitarios, aporta ventajas de escala, mejoras de gestión, mayor poder de negociación con los proveedores y permite preservar los valores tradicionales, incorporar nuevos productos y abrirse a nuevos mercados", entre otras otros beneficios.

Quirós defendió la viabilidad del actual modelo de cajas rurales, y en particular el que encarna el grupo de este tipo de entidades en el que se integran tanto Caja Rural de Asturias como Caja Rural de Gijón. El modelo, explicó, opera con un fuerte arraigo territorial y una vocación preferente (pero no excluyente) por el sector agrario. El menor peso de las actividades primarias en el PIB regional determinó la creciente implantación urbana y en otros segmentos de mercado de Caja Rural. Funcionalmente, las cajas rurales integradas en este grupo operan con patrimonios independientes y con servicios comunes: comparten la propiedad del Banco Cooperativo Español, una sociedad que presta el apoyo informático y una compañía aseguradora.

Esteban García Canal sostuvo como constatación que "desde Asturias es posible desarrollar negocios competitivos, sostenibles y solventes".