Las baterías de coque de Arcelor-Mittal en Avilés tienen los días contados. La multinacional siderúrgica puso ayer fecha de caducidad a la instalación, encargada de moldear y bombear este combustible esencial en el proceso siderúrgico. Sus 248 hornos se irán apagando a lo largo de 2019, al mismo tiempo que se van encendiendo los 90 nuevos que se van a construir en Gijón, más modernos, eficientes y menos contaminantes. La inversión en Gijón aún tiene que superar un último trámite administrativo medioambiental para que puedan ponerse en marcha las obras, valoradas en 150 millones.

El director general de Arcelor en Asturias, Oswaldo Suárez, aprovechó una reunión con los sindicatos, convocada para examinar la evolución de las plantas asturianas en el primer semestre del año, para comunicarles oficialmente que la empresa no tiene intención de hacer ninguna inversión para prolongar la vida de las baterías avilesinas, que a comienzos de año cumplieron los sesenta años. Para que pudieran seguir funcionando en 2019 habría sido necesaria una inversión tan elevada como la que está previsto hacer en Gijón, aseguraron ayer las centrales.

Pero la empresa no está dispuesta a hacer otro desembolso de ese calibre. Aunque a primera vista las cifras del coque no cuadren. Las baterías de Avilés, que son las que ahora mismo están tirando por la producción, fabrican al año 1,4 millones de toneladas de combustible, una cantidad insuficiente para cubrir las necesidades del complejo asturiano. Hay unas 300.000 toneladas anuales que se tienen que importar, generalmente desde Alemania, para el funcionamiento de los hornos altos que forman la cabecera siderúrgica. Las nuevas baterías de Gijón serán capaces de hacer 1,1 millones y, aunque el coque vaya a ser de mejor calidad, la cantidad sigue siendo corta. Fuentes de la compañía aseguraron que se está ensayando en los hornos altos un nuevo sistema de inyección de carbón pulverizado que hará que la necesidad de coque sea mucho menor. "Lo que haya que importar no justifica una obra de la magnitud que habría que hacer en Avilés", apuntaron desde la multinacional.

El problema ahora está en los permisos medioambientales que tienen aún que superar las obras de las baterías de coque de Gijón, después de que el Principado haya exigido un estudio de impacto más completo, que la multinacional espera tener listo en enero. Un mes antes, justo cuando finalicen las obras de ampliación de la acería de Avilés y la rehabilitación del horno alto B, la empresa quiere iniciar el derribo de las actuales baterías gijonesas. Sólo se aprovechará la cimentación, lo que, no obstante, permitirá a Arcelor un importante ahorro en los trabajos. Para emprender esta demolición es necesario además otro permiso por parte del Ayuntamiento de Gijón.

En la reunión con los sindicatos, la dirección de Arcelor también aseguró que de la buena marcha de las obras en las baterías de Gijón dependerá que finalmente se dé el visto bueno a la segunda fase de la ampliación de la acería de Avilés (la LD-III), que implicaría sustituir la segunda máquina de colada que ahora no se va a tocar.