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JUAN VÁZQUEZ ZAMORA | Economista de la OCDE

"La pobreza se redujo en América Latina y ahora el riesgo es que vuelva a crecer"

"El 25% de la población del área es joven, y ésta es una oportunidad y un recurso único, que debe ser formado y capacitado"

Juan Vázquez Zamora.

Juan Vázquez Zamora (Oviedo, 1981), licenciado en Economía por la Universidad de Oviedo, ejerce como economista de la unidad de estudio sobre América Latina y el Caribe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Hijo del también economista Juan Vázquez, exrector de la Universidad de Oviedo, Vázquez Zamora ha trabajado en el Banco de Interamericano de Desarrollo (BDI), Comisión Europea, Banco de España, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y Banco de Desarrollo de América Latina (CAF). A fines de octubre presentó en la Cumbre Iberoamericana, en Cartagena de Indias, las conclusiones del informe "Perspectivas de América Latina 2017", el cuarto dictamen de la OCDE en el que ha participado.

-¿Cuáles son los grandes desafíos de América Latina?

-El gran desafío es continuar con el crecimiento de la región. Desde 2000, el área crecía a una velocidad alta: entre el 4 y el 5%. Ahora lo que vemos es que hay una desaceleración desde hace cinco años y que el año pasado y éste pasó a haber decrecimiento, sobre todo a causa de Brasil y Argentina. En general, la tónica viene declinando porque China no demanda tantas materias primas y sus precios han caído. Por ambas razones, las exportaciones, que son la principal fuente de crecimiento de la región, son menos dinámicas.

-¿Cómo podrá recuperar las tasas de crecimiento?

-Ya no le valdrán los vientos externos y América Latina deberá mirar hacia dentro y corregir sus debilidades internas. Ésta es la razón de que el último estudio que hemos hecho, y que acabamos de presentar, se centre en la juventud, sus competencias y las oportunidades de emprendimiento. Hoy 163 millones de personas (el 25% de la población) son jóvenes. Éste puede ser un factor de fuerte crecimiento interno y un motor de desarrollo doméstico. Ya quisieran muchas economías con una demografía envejecida, como Alemania o Japón, disponer de este recurso. Pero hay que capacitarlo y formarlo.

-¿Perdurará ese factor?

-Es una oportunidad demográfica única, pero no durará siempre. En algunos países la curva demográfica empezará a declinar en 2020. Por esto estamos ahora ante la oportunidad de educar, mejorar las destrezas y la capacitación para que los jóvenes sean promotores de desarrollo. Sería un error no dar herramientas a los jóvenes.

-La estructura social ¿precisa cambios?

-Latinoamérica debe seguir trabajando en la inclusión de la población que persiste en un estado de pobreza y que es más vulnerable, dado que se trata de una región con gran desigualdad. El último periodo de gran crecimiento sirvió para reducir la brecha de riqueza: se pasó de una tasa de pobreza del 50% en 2000 a una media del 25 ó 30%, según países. Fue una reducción muy significativa, atribuible al crecimiento y a las políticas que se aplicaron. Ahora el riesgo es que se revierta esta tendencia y aumente la pobreza.

-¿Hay indicios de ello?

-En 2015 cayeron en la pobreza en el área 7 millones de personas. La tendencia está revirtiendo por vez primera. Se trata de impulsar el crecimiento pero incluyendo a esas personas y que quienes se incorporaron a la clase media en los últimos tiempos no se descuelguen, sino que este grupo se expanda.

-¿La política es decisiva?

-Cada país es un caso distinto, pero en general hay una desconexión entre la sociedad y los gobiernos. Sólo uno de cada tres jóvenes confían en las elecciones y en la transparencia. Es una proporción más baja que en los países de la OCDE. Este alejamiento del proceso político nace de que no se ven satisfechas las aspiraciones y de una escasa confianza a causa de la corrupción. Sin embargo, y pese a este alejamiento, los jóvenes sí se implican. Hay manifestaciones y movilizaciones en las calles. Por lo tanto, sí hay dinamismo y los jóvenes tienen interés, pero no confían en la política y hay una aparente apatía en participar en los canales convencionales. Esta brecha es un desafío. Ese dinamismo debe traducirse en un transformación del sistema político.

-¿Cómo se podrá aumentar la confianza de los jóvenes?

-Combatiendo la corrupción, aumentando la transparencia (que aún es muy débil) y abriendo más canales para atender y entender a los ciudadanos. La percepción es que el poder está mucho más concentrando en grupos concretos que en Europa.

-En América Latina hay al menos dos grandes bloques. ¿Difiere su situación sobre estas cuestiones?

-Es difícil agrupar a los países del área. Los de la Alianza del Pacífico (México, Perú, Colombia y Chile) pueden constituir el bloque con un mayor alineamiento político. Otro lo integran Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Venezuela. Pero la taxonomía es difícil. Por eso se habla en ocasiones de "Américas Latinas". Es una región muy heterogénea.

-¿El pretendido cambio de modelo económico de China y su desaceleración obligará América Latina a encontrar otra posición en el mundo?

-Sin duda. América tiene que entender los cambios de China. Las materias primas seguirán siendo un sector importante para Latinoamérica, pero menos. En todo caso, China seguirá siendo un mercado de 1.000 millones de personas. Quizá vaya a importar menos cobre, pero necesitará alimentos y productos elaborados. Por lo tanto, seguirá siendo un gran mercado y con una demanda amplia. Quien sea capaz de satisfacerla tendrá una oportunidad. Pero, con independencia de lo que haga China, América Latina debe evolucionar en cualquier caso hacia productos con mayor valor añadido. Y la relación con China debe ser de adaptación pero sin supeditarse, como socios que se apoyen mutuamente. Debe ser una relación más equilibrada. Antes era muy asimétrica.

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