Asombra constatar cómo se ha ido tejiendo la idea de un seudoliberalismo absurdo, que nada tiene de liberal, si por liberal se entiende el pensamiento económico que bendice la competencia, siempre que se respeten las leyes éticas que su ejercicio cabal lleva aparejadas. Porque confundir sin más la libertad de mercado con el juego de ventaja, dándola por buena, equivale a regocijarse de la libertad del zorro en un corral de gallinas. Lo que no merece mayor comentario, pese a resultar un ejemplo sobremanera esclarecedor. De nuevo resulta oportuno repetir que una buena imagen vale más que mil palabras.