Un pensionista que se haya jubilado en 2014 y que viva durante 21 años sufrirá una pérdida acumulada de poder adquisitivo del 28,6% por el impacto del mecanismo de revalorización que está en vigor desde ese año, según un estudio sobre los impactos económicos del envejecimiento coordinado por Enrique Devesa, profesor de Economía Financiera de la Universidad de Valencia.

Los investigadores (premiados por la Fundación Edad & Vida, a la que están vinculadas varias aseguradoras) estima esa fuerte pérdida de poder adquisitivo considerando las expectativas de crecimiento económico y de inflación a largo plazo y el funcionamiento del llamado factor de revalorización de las pensiones, la fórmula que sustituyó a la que, hasta 2013, actualizaba las pensiones con arreglo a la evolución del índice de precios al consumo (IPC). El mecanismo actual hace que las prestaciones se revisen en función de la situación presupuestaria de la Seguridad Social, de forma que cuando las cuentas no están equilibradas, como en los últimos tres ejercicios, se aplica una subida mínima legal del 0,25%. La subida máxima, sólo posible en una situación de superávit holgado del sistema, es equivalente al IPC más 0,5 puntos. Teniendo en cuenta esos límites y las proyecciones de comportamiento del PIB y de los precios, el equipo de la Universidad valenciana da por hecho que las subidas de las pensiones quedarán casi sistemáticamente por debajo de la inflación en las dos próximas décadas.

El estudio augura también que la aplicación, a partir de 2019, del llamado "factor de sostenibilidad" supondrá cada año una caída aproximada del 0,5% en las pensiones iniciales de los nuevos jubilados. Ese mecanismo ajusta la cuantía de las prestaciones a la evolución de la esperanza de vida de los españolas, calculada mediante las estimaciones del Instituto Nacional de Estadística.