La Reserva Federal, el banco central de EE UU, decidió ayer por unanimidad de su comité de política monetaria la subida de su tipo oficial de referencia en 0,25 puntos porcentuales y lo situó en un rango entre el 0,50 y el 0,75%. Se trata de la segunda subida de tasas de interés que adopta la Reserva Federal en diez años y medio (desde junio de 2006). Ayer anunció tres posibles nuevas subidas a lo largo de 2017, frente a las dos que preveían algunos analistas para el año próximo.

La Fed (nombre coloquial de la Reserva Federal) retoma así un año después la senda de lento y gradual endurecimiento de su política monetaria que emprendió en diciembre de 2015, cuando subió el tipo oficial en otro cuartillo y lo situó entre el 0,25% y el 0,50%, poniendo fin a siete años consecutivos (desde diciembre de 2008) en los que para combatir la colosal crisis económica internacional mantuvo sus tasas en un nivel ínfimo e insólito desde 1942: entre el 0 y el 0,25%.

Tras el primer movimiento al alza hace un año, la Fed suspendió de forma abrupta la normalización progresiva de su política monetaria a comienzos de 2016 como consecuencia de la inestabilidad financiera internacional en enero, la desaceleración global, la incertidumbre sobre los efectos del referéndum británico de junio y los datos contradictorios sobre la recuperación estadounidense. Como consecuencia de estos acontecimientos, las cuatro subidas de tipos previstas por la Fed para 2016 se quedaron en una sola, aprobada ayer.

El principal banco emisor del mundo (cuyas decisiones tienen efectos globales) optó ayer por reanudar el ajuste al alza como consecuencia de la mejora de algunos indicadores macroeconómicos estadounidenses, la suavización de la volatilidad internacional y la apreciación del petróleo, lo que, de consolidarse, y sumado al buen tono del empleo en EE UU, ejercerá un efecto inflacionario. En la decisión también parece subyacer el afán de proteger la credibilidad del banco, una vez que hace un año había anunciado nuevas subidas de tipos en 2016. Pero es muy verosímil que la subida sea también un movimiento de anticipación a la política económica que aplicará a partir del 20 de enero el nuevo presidente de EE UU, Donald Trump, quien ha comprometido políticas de estímulo, todas las cuales son potencialmente inflacionarias. En su comunicado oficial de ayer la Fed admitió que la inflación sigue por debajo del objetivo (2%), pero aventuró que aumentará al 2% "a medio plazo". La Fed mejoró en una décima su previsión de crecimiento de la economía de EEUU hasta el 1,9% este año y el 2,1% en 2017.