Arcelor-Mittal invertirá 300 millones en sus plantas asturianas entre 2017 y 2019. La mayor parte de ese dinero se destinará a las obras de reconstrucción de las baterías de coque de Gijón (que costarán más de 150 millones) y que está previsto que comiencen en enero. En la partida se incluye también la segunda fase de la ampliación del tren de carril de Gijón, la mejora del tren de decapado de chapa de Avilés y trabajos de mantenimiento de las instalaciones asturianas. Así se lo comunicó ayer la multinacional siderúrgica a los sindicatos durante una reunión en Luxemburgo para analizar la situación financiera del grupo.

Lo que no se incluye en el plan de inversiones es la segunda ampliación de la acería de Avilés -la primera fase de los trabajos concluyó esta semana- y que consistiría en sustituir la máquina de colada continua que ahora no se ha tocado.

El anuncio de inversiones llega justo cuando la siderúrgica acaba de finalizar un ambicioso plan de mejoras en sus instalaciones asturianas que incluyó la modernización de algunos talleres claves como la acería avilesina o el tren de alambrón y la reforma de los dos hornos altos de Veriña. En la reunión en Luxemburgo, la empresa también aseguró a los sindicatos que las plantas de productos largos de Gijón, Olaberría y Bergara tienen un "gran futuro". Precisamente, para las dos plantas vascas la multinacional aseguró que tiene previsto llevar a cabo una ampliación para poder incrementar su capacidad productiva.

Tras varios años de crisis y de caída del negocio, las previsiones que maneja la multinacional de cara este año son muy positivas. En concreto, apuntó que en Europa tiene previsto cerrar con "su mejor resultado operativo de los últimos cinco años". Para el conjunto del grupo el pronóstico es el de acabar 2016 con un Ebitda (el beneficio antes de pagar intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones) de unos 5.700 millones de euros, muy por encima de los 4.300 millones previstos inicialmente por la multinacional.

El plan de la compañía para mejorar su productividad, que trajo consigo varios recortes, ya está surtiendo efecto. De hecho, ya ha conseguido que el Ebitda sea de 83 euros por cada tonelada que se produce, lo que supone haber logrado el objetivo propuesto para 2020.

Pese a la mejora económica, lo que inquieta ahora a los sindicatos es la situación de la planta de Ilva en Tarento, el mayor complejo industrial de Europa y por el que Arcelor-Mittal ha pujado fuertemente. Según sus informaciones, esta gigantesca planta siderúrgica, acechada desde hace años por importantes problemas medioambientales y que desde hace un tiempo está en manos del Gobierno italiano, cerrará el año con un importantísimo agujero económico y los problemas de liquidez pueden provocar que tenga dificultades para abonar la nómina de sus trabajadores o saldar las facturas con sus numerosos proveedores.